Aurora Oceánica.
Por: Raquel Cervantes.
La noche crecía cada vez más. El viento surcaba por todo el Santuario, entrando y saliendo como un visitante regular, que conoce todos los secretos escondidos entre los muros silenciosos, entre las paredes de mármol. Esos secretos del que sólo el, el silencioso viento, es cómplice. Secretos que sólo él sabrá. Secretos de los que nadie sabrá, de los que nadie podrá contar. Si el viento pudiera hablar, nos contaría muchas cosas, muchas muertes, sangre, traiciones, lágrimas y demás que se han derramado a lo largo del Santuario de Atena en Grecia. Muchas de ellas han ocurrido por honor, otras por la promesa de fidelidad hacia la Diosa y otras tantas por el simple deseo de venganza. Pero no todo ha sido muerte y traición, también hay historias de vidas, de amores y de ilusiones, de sueños cumplidos y otros en espera de hacerse realidad.
Es entonces cuando el viento penetra en la impotente casa de Acuario, en
donde uno de esos secretos de amor y de pasión se están dando. El caballero de
Acuario, de nombre Kamus, mantiene aferrado a su cuerpo el de una hermosa joven
de tez blanca, completamente desnuda, ella se aferra al musculoso cuerpo del
caballero, al descubierto también, acariciando con suavidad los cabellos del
hombre. Él por su parte desliza su mano sobre los cabellos de la chica, que le
llegan hasta un poco más debajo del cuello y son de un color verde intenso. Su
pacto de amor silencioso se sella con un beso apasionante, ambos disfrutan del
momento abrazados aún, dejando que el amor que ambos se profesan fluya por toda
la casa, que es el reino del caballero de Acuario. Así hubieran seguido mucho
tiempo más, hasta que el viento se coloca entre ambos y hacen que la chica
retroceda unos pasos. Kamus le resta importancia al intruso y toma nuevamente a
la joven entre sus brazos, recorriendo con su mano derecha el cuerpo de la
chica, hasta que se detiene en su cintura y la aferra a él nuevamente,
besándola otra vez; pero nuevamente el testigo de su amor se interpone entre
Kamus y la hermosa joven. Él otra vez ignora esto, pero la chica está
visiblemente preocupada, es obvio para ella que el objetivo del viento es
separarla de su amante. Ella cierra los ojos y ve que más allá del viento, más allá
del silencio y la oscuridad de la casa de Acuario, entonces comprende que es
mejor retirarse por esa noche. Se coloca su ropa, pero Kamus la retiene
nuevamente, besándola en el cuello.
-Ahora no- dice ella, tratando de ignorar la súplica que hay en los besos
del caballero- debo irme…
Él sigue besando su cuello, tratando de que ella le devuelva sus besos,
pero ella se mantiene firme. Se amarra el cabello con una cinta roja, dejando
caer unos cuantos mechones sobre su cachete izquierdo.
-Un rato más…- dice sin dejar de besarla.
-Debo irme- dice separándose del caballero y dirigiendo sus pasos hacia el
inicio de las escaleras.
-¿Cuándo te veré de nuevo?
-Paciencia- sonríe la joven- paciencia mi caballero, cuando la marea baje
su altura y regrese a su calma yo regresaré a ti… … regresaré a ti como las
olas siempre regresan a la playa… sólo espera mi regreso… también debo esperar
a que el viento calme su furia- la figura esbelta de la chica se funde con las
sombras y desaparece.
-Espero que mi ola regrese pronto a su playa- suspira.
El día regresa, así como el bullicio al santuario, hay un inmenso ajetreo,
Atena, conocida más comúnmente como
Saori Kido, vendrá a visitar el Santuario junto con sus más fieles caballeros,
los que llevan la armadura de bronce. Kamus contempla todo el movimiento
sentado desde su casa, da un profundo y triste suspiro. Entonces nota que ya no
hay viento que entre en su templo, tal vez la chica tenía razón y el viento
vino a separarlos esa noche. Desde su casa se puede observar un poco el océano,
a la luz matutina sus aguas se tornan de un color verde semejante a los
cabellos de su amada, puede verla vestida con un traje blanco, con la luz de la
mañana dibujando su silueta perfecta. Sí, sería el cuadro más hermoso que algún
pintor podría imaginarse.
-¿Puedo saber en dónde están sus pensamientos?- el caballero de Virgo, el
silencioso Shaka, es quien le habla. Al no obtener respuesta de Kamus suspira-
por lo visto estás esperando algo…
-Una nueva marejada- sonríe, a pesar de que Shaka jamás abre sus ojos a
menos que sea en caso extremo de un combate, puede saber exactamente todo lo
que ocurre a su alrededor.
-¿Por qué una nueva marejada?
-Las olas siempre traen consigo nuevas esperanzas… nuevos sueños, en su
incansable ir y venir…- dice sin dejar de mirar hacia el mar.
-Atena vendrá hoy, convocó a todos los caballeros dorados, sólo era eso…-
sin más que agregar, el caballero desapareció en el mismo silencio en que
apareció.
Kamus descendió las escaleras sin ninguna prisa, cuando llegó a la primera
casa, se encontró con Mu, caballero de Aries, quien aún permanecía allí,
contrario de los demás caballeros; que ya esperaban a Atena en el Templo
principal. Él estaba esperando a Kamus, le mira pacientemente, esperando que
sea él quien empiece a hablar.
-Bueno, en vista de que no me lo contarás tú- suspira Mu- ¿ha venido
anoche?
-Sí, aunque no sé para qué te lo cuento, de todas formas lo sabes- dice
encogiendo levemente sus hombros.
-¿Ya te ha dicho lo que te quería decir?- pregunta Mu ignorando el anterior
comentario.
-No, a decir verdad no la dejé… ¿Por qué estás interesado en saber?
-Porque ya te he repetido que esa chica no es normal, tiene una extraña
energía que emana de ella ¿qué no lo has notado?
-Claro que sí… pero eso no me preocupa… esa energía no emana de una fuerza
oscura, al contrario…
-Lo sé… pero no dejar de ser poderosa…
-Te preocupas mucho…- suspira Kamus cruzando los hombros y apoyándose en un
muro- ella es especial…
es mi océano…
Mu iba a agregar al más, pero prefirió callarse y dirigirse al templo de
Atena.
Kamus se queda unos minutos más allí. Era cierto, la joven no había llegado
ayer a su templo para estar con él, había ido porque quería revelarle algo,
pero él no la dejó continuar por el beso que le dio al tenerla de nuevo entre
sus brazos. Pero ¿Qué sería tan importante para obligarla a ir esa noche?
¿Sería eso una posible causa para que se separaran? El caballero descartó esa
posibilidad negando con su cabeza.
-Mejor olvido todo esto y espero que sea ella quien me diga- luego dirigió
sus pisadas hacia el mismo camino que Mu.
Pocos minutos después de que Atena y los caballeros de bronce llegaran al
santuario todos se encontraban en el Templo Principal, Atena, sentada,
observaba a todos sus fieles servidores. Dio un profundo suspiro y bajó la
mirada, sabía que los tiempos que venían no serían fáciles y que todos ellos no
dudarían un segundo en dar su vida para proteger la suya pero ¿harían eso por
otra persona? La sola idea de ver morir a uno de sus caballeros le destruía por
dentro.
-Saori- Seiya se veía impaciente- desde el avión te vengo preguntando por
qué esta reunión y me has dicho que al momento de estar todos reunidos nos
contarías. Bien, estamos todos reunidos ¿Qué está pasando?
-Escuchen… hace algo de tiempo, calculo hace una semana, me enteré de que
Selene, la diosa de la Luna llena había reencarnado en la Tierra. Nosotras
habíamos prometido estar juntas siempre… es decir, protegernos mutuamente y nos
hemos dado cuenta de que algo se está acercando a nosotros, no sabemos a
ciencia cierta lo que es… hemos contado con la ayuda de Hécate, la hechicera de
la Luna, pero no hemos logrado averiguar mucho. El punto es que necesitamos
unir nuestras fuerzas para la posible batalla que se avecina.
-O sea que debemos ayudar a la Diosa de Luna a salvar su pellejo- sonríe
Ikki un poco incómodo.
-No es sólo a ella a quien debemos salvar, todos correremos peligro. Así
que debemos ayudarnos ¿quedó claro?
La afirmativa general no se hizo esperar.
-Y no se preocupen, no tendrán que pelear ustedes solos- sonríe Atena ya
más calmada- ella tiene a sus Diosas Guerreras que la protegen, quienes nos
ayudarán también.
-¿Algo así como los caballeros femeninos?- pregunta Hyoga.
-Sí, pero ellas no usan una máscara en el rostro- les aclara Saori.
Todos los caballeros reunidos intercambiaron miradas, algunos se veían
intrigados, otros un poco incómodos por tener que pelear junto con unas
desconocidas y otros hasta se veían con cierta malicia en sus ojos.
-Otra cosa
más- la voz de Saori sonó amenazante- Selene quiere muchísimos a sus guerreras,
de modo que trátenlas bien…
A algunos se
les dibujó una ligera gota de sudor en su frente.
-¡¡Srta.
Saori!!- Tatsumi entró casi corriendo- ¡¡una extraña joven la busca!! ¡¡Dice
que viene de parte de una tal Selene!!
-Hazla pasar-
dice Saori.
Tatsumi
asintió en silencio y salió. Dentro de pocos segundos unas pisadas se
escucharon, provenían de una hermosa chica de cabellos verde intenso. Ella
caminó sin cruzar la mirada con nadie, en un completo silencio.
Kamus no le
vio porque estaba totalmente aburrido con la idea de la batalla. Eso
significaría que dejaría de ver a su océano, ahora sus visitas serían cada vez
menos, su amor se estaba alejando poco a poco.
Mientras la
chica había llegado hasta unos diez pasos de Atena y se inclinó levemente
mostrando respeto hacia la Diosa de la Sabiduría.
-Soy la
Guerrera Neptuno y vengo como mensajera de mi ama- la voz de la chica resonó en
todo el lugar.
Esa
penetrante voz hizo que Kamus volteara y sus ojos se posaran en la recién
llegada, no podía creerlo, justo ante sus ojos se encontraba esa chica, con tez
blanca como la espuma de mar, era ella, su océano. Kamus estaba tan asombrado
que solo atinó a murmurar su nombre.
-Michiru…
La aludida
volteó y se encontró con Kamus, quien no dejaba de mirarla, se encontraba con
su traje de Guerrera, él nunca la había visto con él. Ella planeaba decirle
todo la noche anterior, pero al final se fue sin confesárselo. ¿Qué pensaría de
ella ahora? ¿Qué haría ahora?
-Me alegra
que hayas venido- la voz de Atena le hizo voltear hacia ella- puedes decirle a
Selene que venga pronto… que la estoy esperando…
-Atena,
Selene esperaba que usted la dejara quedarse aquí junto con nosotras, si no le
es mucha molestia…
-Por supuesto
que no. ¿Cómo habría de molestarme?- sonríe Saori.
-Gracias- se
inclina de nuevo Neptuno.
-¿Quién
podría enseñarte el Santuario?- en sus labios se dibuja lo que parece una
sonrisa maliciosa.
Varios de los
caballeros de oro miran suplicantes a Atena, hasta que Mu se les adelanta e
inclina antes su diosa.
-Yo lo haré
con mucho gusto, si me lo permite.
-Está bien-
sonríe Atena y luego mira a Michiru- puedes ir con él con entera confianza…
Mu le dirigió
hasta donde estaba Kamus. Ambos se miraron a los ojos. Michiru trataba de
expresarle sus disculpas, por no haberle dicho antes quién realmente era. Y
Kamus trataba de excusarse por no dejar que se lo comunicara. Iban a tomarse
las manos cuando una ráfaga de viento pasó entre sus dedos. Llegó frente a
Atena y se formó un remolino de viento.
-¿Me permiten
participar también en el recorrido por el Santuario?- la voz se escuchaba
dentro del remolino y poco a poco se fue formando una figura humana dentro de
ella. Una figura femenina surgió de entre el viento acumulado y se inclinó ante
Atena.
-Soy Uranus,
guerrera del Viento… acompañaré a mi compañera- dice volteando la mirada hacia
Neptuno quien la miraba con un poco de temor en sus ojos.
-Uranus…-
murmura Michiru sin dejar de mirar a la recién llegada. Kamus nota esto y se
preocupa al ver la reacción de la chica.
Uranus se
acerca hacia el grupo que forman Mu, Kamus y Neptuno, mira a esta última
fijamente, como tratando de comunicarle algo importante.
-Vamos-
Uranus toma de la mano a Neptune, quien se deja conducir por ella. Mu va
delante de ellas para mostrarles el Santuario y Kamus detrás, observando a su
océano caminar de la mano con Uranus, el viento.
¿El viento?
Se detuvo en seco. Entonces supo que el viento que se había interpuesto entre
ellos anoche no era nadie más que Uranus, la guerrera del Viento. Observó cómo
ambas iban tomadas de la mano, pero la mano de Neptune temblaba levemente, como
si temiera algo.
-¿Eres el
Caballero de Acuario, cierto?- le pregunta Uranus sin mirarlo.
-Sí… ¿Por
qué? ¿Me conoces?- pregunta.
-Mejor que no
lo haga…- dice sin elevar el tono de su voz- te conviene no conocerme…
¿Conocías a Neptune?
-No- se
apresuró a contestar ella- es la primera vez que vengo al Santuario de Atena…
-Ya veo-
Uranus no parecía estar convencida de las palabras de su amiga, pero ya no le
dio más vueltas al asunto.
Kamus notó
que la mano de Neptune se aferraba fuertemente a la de Uranus, como si quisiera
impedirle algo.
En la casa de
Aries, los caballeros de bronce comentaban lo ocurrido este día. Seiya parecía muy
interesado en que esas chicas y ellos trabajaran juntos y no precisamente para
defender a Atena… Shiryu también conversaba animadamente con él. Shun les
escuchaba, pero no participaba en la charla, Ikki permanecía alejado del grupo
y Hyoga también, este último observaba con algo de preocupación la casa de
Acuario.
-Hyoga… ¿Qué
te pasa?- se acerca Shun a él- te noto preocupado…
-Es que Kamus
estuvo un poco extraño hoy…- suspira- ¿no viste como miraba a la Guerrera
Neptuno?
-Pues Kamus
no era el único- sonríe Seiya- todos la miraban con lujuria…
-No de esa
forma- le mira disgustado el chico rubio- lo digo… digo que la miraba como si
la conociera de algún otro lado…
-Pues él ha
estado extraño desde hace algunos meses- se escucha una voz infantil, se trata de
Kiki, quien ha escuchado toda la conversación de los Santos- yo lo sé porque ha
venido a ver al amo Mu hace mucho… siempre se le ve como distante y triste… más
bien como desesperado, como esperando algo que no llega.
-Dime, Kiki,
¿ya tú sabías desde antes la llegada de esas guerreras?- pregunta Seiya.
-Pues la
verdad no, aunque sí presentía que algo iba a suceder…- el chico se ve
preocupado.
-¿Y por qué
dices eso?- pregunta Shiryu.
-Por que he
tenido sueños, que según mi amo Mu son predicciones…
-¿Y qué es lo
que sueñas?- al parecer Ikki se había interesado en la conversación.
-Pues estoy
en el acantilado que queda frente al mar, es de noche y se puede ver la luna.
En la luna se dibuja la cara de alguien, que no es muy visible. Entonces veo
que me encuentro en la playa… observo las olas moverse al compás del viento…
entonces las olas se quedan estáticas, como si alguien hubiera detenido el
tiempo. Algo me hace mirar hacia arriba, y en la cima del acantilado, donde
antes estaba yo; ahora se encuentra una niña, no puedo saber quién es… sólo
recuerdo sus ojos negros fijos en mí… sus cabellos se mecen con el viento… y,
siempre, justo allí despierto.
-¿Qué creen
que pueda significar?- pregunta Shun.
Nadie
responde.
-Yo creo que…
Kiki está impaciente por tener novia- concluye Seiya, pero los demás en vez de
reprenderle le lanzan una mirada que le hace entender al joven caballero que
ese comentario estuvo realmente fuera de lugar.
-¿Disculpen
aquí se encuentran Uranus y Neptune?- una voz femenina se escuchó en el Templo
de Aries.
Provenía de
una chica vestida de blanco, con el cabello corto y azul intenso.
-Sí ¿Eres…
-Mercury-
sonríe la aludida- pero prefiero que me llamen Ami…
-¿Las
encontraste?- una chica de cabellos cafés y recogido en una cola se reúne con
Ami.
-Precisamente
les estaba preguntando a estos Santos- sonríe al ver llegar a la otra chica.
-Se nos
adelantaron- dice cruzándose de brazos la recién llegada- pero eso no importa,
de todas formas y todas teníamos que llegar ¿no?
Ami le
contesta con una sonrisa.
-Pero las
demás tardarán en llegar…
-Sí, no sé
esa terquedad tuya de querer encontrarte con ellas antes que las demás…- dice
la joven encogiéndose de hombros.
-Jamás lo
entenderías…- sonríe Ami.
-Pero no me
han dicho si aquí están Uranus y Neptune- vuelve a preguntar Ami.
-Sí, ahora
están recorriendo todo el santuario- explica Hyoga- deben llegar aquí en algo
de tiempo…
-Ya veo-
suspira Ami y mira a la otra chica- ¿podríamos esperarlas?
-¿Acaso
piensas que me voy a regresar para después volver?- dice un poco enojada su
acompañante- ¿me crees loca?
-Gracias,
Lita- sonríe Ami.
-No me lo
agradezcas tanto- se encoge de hombros.
-¿Ya las
encontraron?- se escucha otra voz femenina, pero esta suena menos madura que la
de Ami o Lita, esta se oye más infantil e inocente.
-No, Hotaru-
dice Lita sin voltearse- ellas vendrán aquí pronto…
Aparece ante
los caballeros una chica de unos 11 ó 12 años, de cabellos negros como la noche
y ojos del mismo color. Está vestida con una falda corta negra y una camisa de
mangas largas, de color rojo oscuro, semejante al de la sangre fresca. Ella
pasa de largo ante la mirada de todos los jóvenes, en especial de Kiki, quien
la mira confundido. La niña mira fijamente al Templo de Acuario y da un largo
suspiro, es un suspiro triste y desalentador. Deja que el viento se cuele entre
sus cabellos, moviéndolos a su antojo, en ese momento Kiki se da cuenta de que
esa niña es la misma que la de sus sueños, pero, gracias al comentario del
Pegaso, decide no decir nada.
-El viento ha
desatado su furia…- murmura levemente Hotaru, pero es escuchada por Kiki, quien
está muy cerca suyo- ya no hay nada que hacer… el océano tendrá una marejada
mortal… pero la aurora le protegerá y utilizará su ejecución en contra del
viento… aún no está decidida la suerte de ninguno de los tres…
Poco a poco,
todas las guerreras protectoras de Selene se presentan en el Santuario. La
misma Selene se presenta con ellas, ya la noche cae. Todas las jóvenes estarán
en el Templo Principal mientras que descubren qué hacer. Los caballeros dorados
están resguardando sus casas, a excepción de Mu y Kamus, quienes se han quedado
con las Guerreras, a parte de Atena y los Santos dorados.
A pesar de
que Atena y Selene eran muy buenas amigas, apenas y cruzaron palabras entre
ellas aquella tarde en donde se reencontraron. Todos pensaron que se abrazarían
como hermanas, que sonreirían por volverse a ver. Pero no había sido así, se
miraron y dibujaron una sonrisa un poco forzada en sus labios, luego se
saludaron y las palabras entre ellas se terminaron.
Uranus y
Neptune compartirían una misma habitación. Kamus frunció el ceño al darse
cuenta de esto. No le agradaba Uranus, era muy posesiva, miraba a Neptune, a su
océano de una forma en que ninguna de las demás chicas lo hacía. Kamus trató de
seguir a Neptune, pero escuchó claramente el ruido de la puerta trancándose,
seguramente Uranus le había colocado cerrojo. No había nada que hacer, no podía
armar un escándalo, aunque no le agradara ella era una de las invitadas de
Atena y no podía atacarla, además de que no sabía a ciencia cierta cuán grande
era su poder y si peleaba con Uranus no sabría los resultados.
-No hay nada
que hacer- dijo Mu sin mirar a Kamus- vamos a cuidar nuestros templos, olvida a
Neptune, no te preocupes por ella, Uranus le quiere; sería incapaz de hacerla
nada malo.
Kamus se
dirige hacia su templo, pensando en las últimas palabras de Aries.
-¿Le quiere?-
se repite una y otra vez.
Pero Acuario
estaba equivocado, Uranus había dejada encerrada a Neptune, mientras ella se
dedicaba a recorrer las afueras del Santuario. Llega al acantilado, está
dispuesta a observar la playa, pero entonces observa una sombra que se
encuentra sentada, observando el océano. Se acerca un poco y nota que se trata
de su Princesa, Selene.
Uranus se
acerca más y nota que ella está llorando, las lágrimas recorren su rostro y
llegan hasta el suelo.
-¿Ocurre
algo, Serena?- le llama por su nombre común, ella se voltea y ve el rostro de
la chica, está visiblemente preocupada por ella.
-No… sí…- se arrepiente
de su primera respuesta- es que…- pero su explicación se ahoga en las lágrimas.
Ella se
siente mal, esconde un secreto, un secreto que le impide hablar con Atena,
porque ella no debe saberlo aún. Atena no se imagina los secretos que encierra
un pacto lejano, un pacto de sangre, que encierra un odio, una prohibición y un
castigo, un castigo que nadie merece… por el simple hecho de amar… de desear… a
la persona equivocada…
-¿Qué te
ocurre? ¿Tiene que ver con que no le hayas dirigido la palabra a Atena?- ella
imagina la razón.
Serena
asiente en silencio. Uranus, Haruka, su viento, es la única que puede ver más
allá de esos ojos azules, la única que puede desnudar sus pensamientos, la
única que puede sentir su dolor, imaginar su dicha y contar sus lágrimas.
-El mar está
intranquilo- suspira Uranus mientras ve como las olas se rompen en las rocas
con incansable rapidez.
-¿Estarías
dispuesta a proteger un pacto con todo?- dice mirando las estrellas- ¿serías
capaz de darlo el todo por el todo por defender un secreto que no es tuyo? ¿Por
defender un ideal que no te pertenece? ¿por mantener oculto un castigo que va
contra ti misma? ¿Serías capaz de entregar tu brillo de amor para mantener
encerrado un odio legendario?
-…Sere-chan…-
le toma Uranus la mano dulcemente. Estaba preocupada por ella, es cierto que
Serena había madurado mucho desde la última batalla librada, pero esta no era
la dulce Serena que mantenía su sonrisa en su rostro aún en los momentos más
difíciles. Realmente algo terrible atormentaba su frágil corazón. Ella le
abrazó con fuerza, haciéndole entender que ella estaría allí siempre que le
necesitara, pero no confiaría sólo en el silencioso mensaje del abrazo,
necesitaba decírselo- sabes que ahora mismo vendería mi alma al diablo sólo si
tú me lo pides…
Esta era la
afirmación que Serena esperaba, era la respuesta que sellaba el pacto. Se
aferró al cálido pecho de Haruka y miró directamente a la Luna, sus ojos azules
reflejaban la pálida luz lunar. Bajó la mirada triste pero decidida. Sus dulces
e inocentes labios murmuraron seis palabras que Haruka no escuchó, pero que era
suficiente para que todo quedaba claro.
-Bien… ya no
hay marcha atrás…
----
Continuará…
Notas: Bien…
bien… ¿qué es lo que está escrito allá arriba? Pues otra de mis locas ideas.
Surgió de un mito que leí en un libro de leyendas de mi país. No se los cuento
porque descubrirían el secreto que envuelve a la historia, cuando se termine
entonces lo narraré.
¿Qué tal les
pareció la pareja Kamus + Michiru? Pues a mí sí me gustó… (y eso que soy
ferviente fan de H + M) en primera porque ambos utilizan el elemento agua (o
algo así, y lo digo por Kamus, porque tengo mis años de haber visto Saint Seiya
así que si ven algún error en la trama y demás pues pásenmelo; pues no soy una
experta en la materia…) Por cierto, Michiru no tiene de qué quejarse, mira nada
más a quién le coloqué de enamorado… (¡¡Suki da yo Kamus!!!)
La historia
está como oscura ¿no? pues la verdad es que la trama será de lo más seria. Así
que a los que les gustan las historias “fresas” (o sea que su trama contiene
situaciones cómicas y que termina en un final feliz) mejor no lean esta
historia, porque les aseguro que quizás algunos queden con un mal sabor en la
boca (ni que fuera Isabel Allende o algo así para provocar esas reacciones ¿no
creen? =P) en este fic habrá secretos (ya lo notaron) castigos, lágrimas,
traiciones y demás, así que si este es su tipo de historia, pues bienvenido,
léela y espero que te guste.
Por cierto
¿qué onda con el título? Pues la verdad es que no se me ocurrió otro… de modo que así se queda… =P
Gracias a:
Ariadna, por ser la primera en leerla y en darme su opinión. A Andrea, por ser
tan “oscura” y ayudarme a pulir la historia con ese toque misterioso que sólo
tú puedes darle. Marissa, pues simplemente por estar allí, algunas veces para
fastidiar, otras para apoyar, pero siempre estando allí, cuando se te necesita
(me puse sentimental, snif, snif)
Para
comentarios a: kaori_chan_01@yahoo.com
Raquel Cervantes 2001 J