Magia.
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-Quiero que escojas hijo- dice Hotaru
mirándole detenidamente.
-¿Escoger?- pregunta él.
-Es una historia en verdad muy larga
y dolorosa, por lo que no quiero contarla, por lo menos por ahora- suspira su
madre- sólo quiero que sepas que tu padre y yo provenimos de una familia de
hechiceros. Ocurrieron muchos sucesos tiempo atrás y por eso tuve que irme de
allí. Ahora al parecer se requiere tu presencia en el Concilio... no sé si
aceptes ir.
Ryo cerró los ojos por unos segundos.
Sabía que había algo que su madre no se atrevía a contarle. Por lo que había
escuchado minutos antes, era casi obvio deducir que habían asesinado a su
padre, o algo por el estilo. Su madre jamás se lo contaría, de modo que él
tendría que averiguarlo por su cuenta. Y la única forma era... entrar al
Concilio.
-Sí... quiero ir mamá- dice
seriamente.
Hubo un silencio en toda la sala.
Hotaru, aunque no cambió su semblante, sonrió por dentro. “Empieza a parecerse
a Keitaro” piensa. En lo que respecta a Miyuki, no pudo dejar de mostrar una
sonrisa amplia. Ella sí que esperaba esto, era la oportunidad que esperaba, de
mostrarle a los Jefes del Concilio quién era ella. Era alguien en quien podían
confiar y depositar una gran responsabilidad. Ella se encargaría de Ryo y lo
convertiría en lo que decía su destino. Meiko, por su parte, sólo observaba a
los presentes. Su mirada estaba fija en Ryo. Sabía que ahora tendría que cuidar
de Ryo, dentro y fuera del Concilio; por lo menos hasta que él se adaptara. Lo
haría muy bien, se prometió a sí misma.
-Bueno, entonces yo prepararé todo
para tu llegada- dice Miyuki dándole un beso a Ryo en la frente- no me busques,
cuando todo esté listo yo vendré contigo. Lo mismo va para ti, Meiko
¿entendido?
-Sí, seguro- le respondió Ryo. Y
Meiko asintió en silencio.
Miyuki sonríe levemente y mira a
Hotaru. Ambas intercambian miradas, un poco difíciles de interpretar. Pero no
para Miyuki, ella sabe que Hotaru trata de decirle que cuide a su hijo. Ella se
retira de la casa, con Miyu y Satsu detrás de ella.
Meiko y Ryo se miran.
-¿Cuándo crees que Miyuki me busque?-
pregunta Ryo mirando a la joven.
-No lo sé. Pero no tardará mucho,
Miyuki logra siempre lo que se propone, aunque tenga que oponerse a todo el
mundo- sonríe Meiko con seguridad- te aseguro que tu entrada al Concilio está
garantizada con ella. Nos vemos mañana en la escuela ¿de acuerdo?
-Sí, hasta mañana entonces- sonrió
levemente.
Ryo hizo ademán de darle un beso en
la frente, pero ella se alejó con rapidez y sutileza y salió de su casa. De
modo que él se quedó con las ganas.
Sangre... roja... roja y espesa. Y caliente. Mis manos están cubiertas de ella. Sólo puedo observar mis manos, pero sé que no hay nada a mi alrededor. La sangre roja, espesa y caliente. Voy sintiendo que me quema las manos lentamente. Intento gritar, pero no lo hago. No porque no pueda o no quiera... si no porque nadie me escuchará. Observo la sangre... roja, espesa y caliente. ¿Cómo me relaciono yo con ella? ¿Habré matado a alguien? ¿O mataré? No sé, pero creo que ella y yo guardamos cierta analogía.
Sigo observando la roja, espesa y tibia sangre. Porque ha pasado de caliente... a tibia. Levemente se va poniendo fría como el hielo. Entonces me quema por el frío.
Entonces el rojo se va tornando morado...
...lila...
...azul...
...celeste...
Es agua... agua fría y pura. La imagen de Meiko aparece. Entonces todo se tiñe de rojo de nuevo... ¿La sangre es de Meiko?
-¡¡No!!- Ryo se despierta
de repente. Suda mucho y respira agitadamente. Miró sus manos. Las movió
levemente, en verdad las sentía calientes antes y ahora las sentía frías. ¿La
sangre era de Meiko? Si no ¿de quién era?
Tatsumi iba caminando
furiosa por la calle, rumbo a la escuela. Seita la distinguió de lejos. Puede
notar que la chica está enojada. Decide seguirla a una distancia prudente,
porque sabe que cuando su amiga está enojada, no controla mucho su carácter.
Entonces se pregunta el motivo de su enojo.
-Eh... T-chan... T-chan…-
le llama levemente. la chica detiene su paso. Seita se para también. Ella se
voltea, sus ojos son como dos zarzas ardiendo- ¿Ocurre algo?
-Es... un... ¡¡¡IDIOTA!!!-
grita ella a todo pulmón.
-¿Quién? ¿Quién es un
idiota?- pregunta Seita, sorprendido por la reacción de la chica.
-¡¡Pues Ryo Akiyama!!-
dice retornando su paso- el muy idiota se fue por su cuenta. ¡¡Ni siquiera pudo
decírmelo el día anterior!! ¡¡No, él tenía que dejarme plantada!!
-Ay, Tatsumi, lo dices
como si fuera una cita- suspira Seita despreocupado ya.
-¡¡¿Qué??!!- Seita vuelve
a poner semblante preocupado al ver la reacción de Tatsumi- ¡¡Lo estás diciendo
como si estuviera bien!!
-No... no lo apruebo, pero
tampoco es para tanto ¿o sí?
La chica no dijo nada más,
pero Seita pudo notar que en su rostro el enojo no se disipaba. Sonrió
levemente, Tatsumi siempre se tomaba las cosas muy a pecho.
Cuando llegaron a la
escuela, Seita sentía que el enojo de su amiga se había calmado algo. Entonces
abrió los ojos de par en par, porque no podía creer lo que veían sus ojos: era
Ryo, su amigo de toda la vida, junto con Meiko. Ambos conversaban animadamente.
La ira de Tatsumi fue creciendo a grandes pasos. ¿Cómo era posible que la
dejara por Meiko, esa chica que acababa de conocer? ¡¡NO había comparación
entre ellas!! Ryo, ignorando el estado de Tatsumi, les saludó amablemente.
Seita le devolvió el saludo, pero Tatsumi le quitó la mirada y pasó de largo.
No hace falta decir que Ryo quedó algo sorprendido.
-¿Qué le ocurre, Seita?-
le pregunta a su amigo.
-Cosas de mujeres, no te
preocupes- le aseguró él.
-¿Y usted piensa que
nosotros creeremos lo que nos está diciendo?- una voz retumba en el oscuro
recinto.
-No tienen razones para no
hacerlo- fue la tajante respuesta de Miyuki.
-¡¡¿Qué clase de respuesta
es esa?!! ¡¡Diríjase a nosotros con más respeto!!- le dice otra voz, enojada.
-Lo siento- baja la mirada
levemente- pero les estoy diciendo la verdad. He encontrado a un descendiente
del Clan Akiyama. Y quiere estar en el Concilio, junto con nosotros.
-¡¡Pero claro que no!!- un
hombre apareció frente a Miyuki, su mirada era fría y sus ojos de un color
negro intenso, al igual que sus cabellos- ¡¡No tiene ningún derecho a
exigirlo!!
-¿No tiene? Con todo
respeto, Tenkuu, él tiene todo el derecho. Por si usted o alguno de los
presentes no lo recuerda, su familia tuvo que huir del Concilio. Keitaro, su
padre, fue encontrado muerto. Las razones de su muerte y al asesino, porque fue
un asesinato, nunca se esclarecieron ¿Creen que no tiene el derecho?- termina
ella de decir. Hubo un silencio prolongado en toda la sala. Miyuki, aunque
fuera una muestra de irrespeto, miraba fijamente y de manera desafiante, a
Tenkuu. Los demás líderes del Concilio no se mostraban, como era la costumbre.
-No podemos negar que
tiene toda la razón, Miyuki- ante ellos apareció otro hombre, pero más anciano.
Miraba a Miyuki de forma paternal, mientras Tenkuu le dirigía una mirada un
poco desafiante- pero según lo que nos ha dicho, el joven ha pasado toda su
vida sin relacionarse con la magia. ¿Cómo cree que podría adaptarse a nuestra
forma de vida?
-Precisamente por eso he
venido yo personalmente- sonríe Miyuki, esperaba que llegara este momento-
quiero ofrecerme para cuidar de Ryo...
-¡¡Eso sí que no se
puede!!- intervino Tenkuu- Ya está cuidando de Meiko.
-Según nuestras leyes, no
puede tener a más de uno a su cuidado- se escucha otra voz.
Miyuki da un suspiro.
Sabía que no podía ser tan fácil. Miró directamente al anciano a los ojos e
hizo una leve reverencia.
-Takeshi-sama, le aseguro
que no tendrá queja de mí. además, ya conozco al chico, creo que se sentirá
mejor con alguien que conoce de antemano ¿no le parece?
-Punto a su favor, Miyuki-
sonríe Takeshi.
-¡¡No doy mi aprobación!!-
dice Tenkuu- ¡¡Me parece un absurdo con el que jamás estaré de acuerdo!!
-No es sólo tu decisión,
Tenkuu- dice Miyuki- los demás jefes parecen estar de acuerdo. Son todos contra
ti...
-Has ganado, Miyuki- le
murmura tomándola fuertemente por el brazo- pero esto no se quedará así...
tenlo por seguro.
Tenkuu desaparece. Las
demás presencias de los jefes del Concilio también lo hacen, Miyuki puede
sentirlo. Sólo quedan ella y Takeshi, quien observa la mirada de triunfo de la
joven y le sonríe.
-Y otra vez te sales con
la tuya, Miyuki-san...
-Gracias por confiar en mí
Takeshi-sama... no le defraudaré, lo prometo- sonríe ella.
-Pero será muy difícil
cargar con la responsabilidad de cuidar al elemental del agua y encima ahora
encargarte de el hijo de Keitaro Akiyama... aunque tal vez eso sirva para
esclarecer el misterio de su asesinato.
-Si.. ¡¡Pero no se
preocupe por lo de la responsabilidad!!- sonríe Miyuki en forma infantil-
¡¡Porque serán dos elementales!!
-¿Qué?
-Él es el elemental de la
Tierra...
En el Colegio.
Ryo había tratado toda la
mañana de hablar con Tatsumi, pero ésta la había ignorado por completo. Aún no
comprendía el motivo del disgusto, pero trataba de saberlo. Seita no le había
dado más detalles, insistía en que eran “cosas de chicas”. Y como había estado
ocupado con eso, no había hablado mucho con Meiko, quien, por así decirlo, se
sentía ignorada. Y se regañaba a sí misma por eso.
-¡Soy una tonta!- piensa-
es por eso que no me gusta entablar relaciones con nadie. Porque tarde o
temprano la amistad termina... y eso es muy doloroso; no quiero volver a
sufrir. Yo me había prometido no tener amigos, no relacionarme con nadie. Y
ahora llega Ryo, de la nada, y se muestra abierto y amigable conmigo. No quiero
sufrir... pero se siente bien...
En ese momento Meiko
sintió cómo alguien estaba detrás suyo. Ella estaba sentada al pie del árbol de
cerezos, como todos los recesos. No tardó en notar de quién se trataba.
-¿Puedo hablar contigo,
Meiko?- se escuchó una voz a sus espaldas.
-No sé para qué, Tatsumi,
pero siéntate- fue su respuesta.
-Es obvio de lo que tengo
que hablarte- dice sentándose cerca de ella- tú y yo sólo tenemos un tema en
común: Ryo Akiyama.
-¿EN común? ¿A qué te
refieres con eso?- pregunta Meiko incrédula.
-Él es mi amigo... mi
mejor amiga desde que era una niña. Siempre paso por él todos los días para
venir al colegio. Hoy, en particular, me dejó esperando y al llegar a la
escuela le encuentro platicando animadamente contigo. ¿Se vinieron juntos?
-Él fue con intenciones de
buscarme a mi casa, pero nos encontramos en el camino, si es a lo que te
refieres.
-Tengo una duda... puedo
saber... ¿Qué es lo que hay entre ustedes?- pregunta ella tímidamente.
-Nos conocemos desde ayer-
sonríe Meiko mirando al cielo- ¿Qué crees que podamos tener?
-No lo sé. Digo, hay
amores a primera vista. ¿Nunca te ha pasado?- se sonroja Tatsumi mirando al
suelo.
-Sí, sé algo de eso... el
amor a primera vista es muy fuerte- da ella un suspiro de tristeza- pero a
veces dejan profundas cicatrices...- Tatsumi se extraña por el tono que usa
Meiko- pero puedes despreocuparte, con Ryo no hay amor.
-Lo siento, es que la
curiosidad me mataba. Además, siento que él me está ocultando algo. Él me
cuenta todo... siempre me contaba hasta el más mínimo detalle de su vida, y
creo que tú y él comparten un secreto y no puedo negarte que eso me molesta.
Quisiera saber qué es el secreto que hay... ¿Me lo puedes decir, Meiko?- le
suplica Tatsumi.
-Tatsumi...- Meiko
suspira- escúchame muy bien. No voy a mentirte, sí, él y yo compartimos un secreto.
Pero si él no te lo ha contado yo no soy nadie para decírtelo. No es nada
malo... aunque tampoco es algo muy bueno, sólo te puedo decir que ha sido algo
muy sorpresivo para él. Creo que aún no lo asimila bien; dale tiempo. Él te lo
contará, te lo aseguro. Si en verdad te dices su amiga sé que podrás apoyarlo
sin hacer preguntas y dejar que sea él quien hable.
Tatsumi y Meiko se
observan por unos segundos. Meiko la envidia, cómo le gustaría ser ella.
Siempre envidiaba a las chicas que llevaban una vida normal y tranquila, como
Tatsumi.
Ryo apareció frente a
ellas, ambas le miraron. A decir verdad el chico estaba sorprendido, no
esperaba encontrarlas juntas.
-Meiko yo quería hablar
con...- entonces miró a Tatsumi-... bueno, en realidad Tatsumi yo... no sé
qué...
-NO tienes nada que
disculparte- sonríe ella poniéndose en pie- también fue un poco tonto de mi
parte. Todo está bien entre nosotros, si eso te preocupa. Ahora te dejo para
que hables con Meiko, luego nos vemos.
Cuando ella se hubo ido,
Ryo miró sorprendido a Meiko.
-¿Qué pasó?
-Nada. Sólo le dije la
verdad- suspira.
-¿Qué verdad?- se preocupa
Ryo.
-Que guardábamos un
secreto, pero que te había caído de golpe y aún no estabas en condiciones de
hablar sobre él y que cuando estuvieras listo lo contarías. Mientras prometió
apoyarte sin hacer preguntas.
-Eres sorprendente- sonríe
sentándose- ¿Cómo lo haces?
-Tal vez un don
natural...- suspira mirando al horizonte.
-Mira, yo quería
preguntarte algo. Es que sucedió algo muy extraño. Ayer, había tenido un sueño,
aún no te conocía, pero tú aparecías en ese sueño; estabas...- prefirió obviar
la cualidad “desnuda”- bueno estabas como parada sobre una roca, de la que
emanaba un manantial. Y luego te conocí. ¿Crees que sean alguno de mis
poderes?- le dice él sonriendo levemente.
-Sí, tal vez. Eso lo irás
descubriendo poco a poco. También puedes canalizar tu energía como un campo de
fuerza ¿recuerdas cómo lo hiciste con esos tipos?
-Sí, ¿Y tú qué puedes
hacer?
-Muchas cosas.
Especialmente telequinesia. En realidad soy uno de los cuatro elementos, de los
que te hablé en la mañana ¿recuerdas? Soy el elemental del agua...
-Imagino que eso explica
que en el sueño haya aparecido tanta agua- sonríe él.
-Sí...
-¿Pero por qué te
perseguían?
-Es largo de explicar. Como
te dije en la mañana, el Concilio está en división. No se puede confiar en
nadie. Entonces hay dos “bandos”, por así decirlo: unos piensan que deben
encontrarse a los elementales para que traigan equilibrio y otro grupo no. Yo
estaba en el primero... y te estaba llamando... te estaba llamando a ti, para
que despertaras...- dice mirándole de reojo.
-¿A mí? ¿Por qué a mí?
-Ryo... creo que eres el
elemental de la Tierra. Verás, el viento se relaciona con el fuego y el agua
con la tierra. Como soy el agua, debía llamarte a ti... entonces, esos hombres
me perseguían porque no querían que yo te llamara.- le explica.
-Vaya, entonces te
perseguían por mi culpa, por así decirlo- se sorprende Ryo.
-Podría decirse...
-Eso quiere decir que en
el Concilio hay uno o unos que no quieren que yo esté entre ellos- concluye
Ryo- pues peor para ellos. Porque pienso estar allí, gústele a quien le guste.
En realidad no me importa mucho eso de la división del Concilio, tengo que ir
allí por un asunto personal.
-¿Asunto Personal?
-Meiko, estoy seguro de
que a mi padre lo asesinaron. Y el que lo asesinó está aún allí dentro, en el
Concilio. Y yo lo voy a encontrar y le voy a hacer pagar por lo que hizo-
termina de decir él, justo cuando sonó para ir de nuevo a clases y él se puso de
pie.
Meiko también se puso de
pie. Miraba a Ryo detenidamente. Tenía esa mirada decidida a encontrar la
verdad a cualquier precio. Sus ojos que buscaban justicia en cualquier lugar.
Sus palabras, su actitud, hicieron que un recuerdo viniera a su mente. Se
parecía tanto... tanto a... a... Keichi...
Entonces ella se acercó a
él y colocó su mano sobre su hombro. Ryo se volteó hacia ella.
-No sé hacia dónde nos
lleve esto Ryo, ni sé cómo terminaremos, pero quiero que sepas que pase lo que
pase yo voy a apoyarte y a estar contigo. Te lo prometo, vamos a encontrar a
quien mató a tu padre... no importa lo que cueste- le dice ella con seguridad.
-Gracias- dice apretando
su mano con la de ella.
Un par de horas
después.
El resto de las clases
habían transcurrido normalmente. Tatsumi le había contado a Seita lo del
secreto que compartían Ryo y Meiko, éste reaccionó de diferente manera: les
apoyó desde un principio. “Te doy mi amistad y apoyo, pase lo que pase” habían
sido sus palabras para Ryo, quien le había estado muy agradecido por lo
incondicional.
AL término de las clases,
Tatsumi, Seita y Ryo salieron juntos, rumbo a sus casas. Meiko, por su parte,
se había ido por su lado. En el camino, se habían encontrado. Tatsumi recordó
cómo le había tratado Meiko en la mañana y decidió invitarla a que viniera con
ellos.
-¡¡Meiko!!- le llamó-
¡¡Ven aquí con nosotros Meiko!!
Ella, aunque al principio
dudó un poco, se acercó a los tres.
-Ven con nosotros- sonríe
Tatsumi- mira te presento a Seita Ozamura, nuestro amigo.
-Mucho gusto Ozamura- dice
ella haciendo una leve reverencia.
-¡¡No!! ¡¡El gusto es mío,
Meiko!! Y puedes llamarme Seita, si quieres- sonríe él sonrojado.
-No creo que haya
problema, Seita-kun.- dice sonriéndole.
-¿Y hacia dónde nos
dirigimos primero, Seita-kun?- sonríe Meiko.
-Pues primero pasamos a la
casa de Ryo ¿te parece?- sonríe él también de vuelta.
-No, no hay problema- dice
ella poniéndose en marcha, al igual que los demás.
-¿Sabes? Meiko me contó la
extraña situación en que tú y Ryo se conocieron. Por lo que veo su amistad va
muy bien ¿no?- pregunta Seita.
-Pues... podría
decirse...- dice ella mirando de reojo a Ryo.
-Tú eres muy bonita y él
tampoco es tan mal parecido. ¿Seguro que no hay más nada entre ustedes?-
preguntó él pícaramente.
-No... no hay nada más-
fue su fría y dura respuesta- sólo amigos.
A partir de eso, Seita
dejó por un lado ese tema.
Tatsumi tomó el control de
la conversación y ella y Meiko empezaron a llevar una plática amena, que era
escuchada por Seita y Ryo. Los dos últimos estaban un poco avergonzados, ya que
los temas eran exclusivamente femeninos (digo, ya se podrán imaginar =P je,je)
Miyuki estaba
completamente feliz. Sentía una gran responsabilidad sobre sus hombros y eso le
daba más ánimos. Pensaba ponerle todo el empeño del mundo. Le probaría a todos,
especialmente a Tenkuu, que era capaz de educar a dos elementales al mismo
tiempo y que podía hacerlo bien. Pensaba en esto y otras cosas mientras
manejaba su auto, el viento le pegaba en el rostro, el cual reflejaba una felicidad
inmensa. Justo en ese momento un pitido la devolvió a la realidad. Era su
teléfono móvil.
-¿Sí?- contestó ella el
teléfono.
---Hola, soy yo--- le
respondió una voz, para ella inconfundible, del otro lado de la línea.
-Vaya, creí que no
llamarías- ella dice esto en un tono un poco “enojado”.
---No soy tan malo como
piensas, es que me enteré de algo increíble---
-¿Sí? ¿De qué?- ella lo
dice con poco interés.
---De que una hermosa
mujer enfrentó a los Jefes del Concilio y les ganó. ¿La conoces?--- lo dice
dulcemente.
-Tal vez, me parece que
algo oí- sonríe ella entonces.
---Si la ves, le dices que
estoy muy orgulloso de ella---
-Y si tú ves a su novio,
le dices que a ella le gustaría que le prestara más atención y no le hablara de
vez en cuando ¿Puedes Soujiro? Muchas gracias- ella cierra la llamada.
¡¡Hombres!!, piensa. Ella
jamás podrá entenderlos. Para ella su “novio”, si se le podía llamar así, era
todo un misterio. No entendía por qué mantenía una relación de ese tipo con
alguien... como Soujiro. No entendía sus propios motivos, y realmente tampoco
los de él. Porque si bien él era capaz de ser el más romántico durante un par
de días, luego se desaparecía y no le hablaba por un mes. Por eso la mayoría
del tiempo peleaba con él... aunque tampoco podía negar que los pocos momentos
que pasaban juntos los disfrutaban al máximo.
Estaba en esas cuando vio
caminando a Meiko y Ryo, junto con otros dos jóvenes a quienes no conocía.
Atravesó el auto en el camino de los cuatro.
-¡¡Hey!!- protestó Seita-
¿Qué se cree?
Ryo y Meiko reconocieron
al instante a Miyuki e intercambiaron miradas.
La cara de enojo de Seita
cambió al ver bajar del carro a Miyuki, quien le sonrió con confianza y luego
dirigió su mirada a Ryo y Meiko.
-¿Qué creen? ¡¡Hay muy
buenas noticias!!- les sonríe.
-¿Y?- Ryo se le acerca con
ansiedad.
-Todo está bien. Puedes ir
cuando quieres- dice guiñándole un ojo- sólo que ahora estarás a mi cuidado...
-¡¡Por mí no hay
problema!!- sonríe él.
-Más vale que no lo
hubiera ¿eh?- le dice con mirada pícara.
-Disculpen- Seita se mete
entre los chicos y Miyuki- ¿no me... nos van a presentar a su amiga?
-¡¡Claro!!- Miyuki
extiende su mano hacia Seita- ¡¡Qué maleducados somos!! Soy Miyuki Natsukawa,
mucho gusto.
-Seita Izumi- se sonroja
éste.
-Tatsumi Muira- alza la
mano Tatsumi, como diciendo que no se olviden de ella.
-Mucho gusto. Aunque
lamentablemente eso era todo lo que tenía que decirles, de modo que tengo que
irme. Tengo asuntos “muy personales” que descomponer- sonríe ella entrando al
auto.
-¿Problemas que
descomponer?- pregunta Tatsumi confundida.
-Y Soujiro ataca de nuevo-
suspira Meiko bajando la mirada.
-¿Soujiro?- le pregunta
Ryo volteando hacia ella.
-Su... “amigo con
derechos” si quieres llamarlo así, aunque yo más bien diría que es su “unión
consensual”- dice ella mirando el carro alejarse.
Seita brincó al escuchar
estas palabras. Ryo sonríe levemente por la reacción de su amigo, aunque en el
fondo sintió alivio porque eso provocó que el tema se desviara y así Tatsumi y
él preguntaran sobre lo que Miyuki había venido a decirles.
Los cuatro jóvenes estaban
frente a la casa de Ryo. Meiko quería encontrar una excusa para entrar con él,
pero no encontraba ninguna que no hiciera que Tatsumi y Seita le encontraran
doble sentido. ¿Qué podría hacer? dio un suspiro mientras seguía pensando.
-Bueno, creo que es hora
de irme- sonríe Ryo mirando a sus amigos, a manera de despedida.
-¡¡Quiero ver a Sayuri!!-
dice Meiko mirando a Ryo. Fue lo único que se le ocurrió decir- le prometí que
la vería después de clases.
-Ella y mamá no están en
casa, me dijeron que vendrían más tarde- le contesta él.
-¡¡Dios!!- Tatsumi mira su
reloj- ¡¡Tengo que irme ahora!! ¡¡Le prometí a papá que llegaría antes de las
cinco!! Seita, ¿me acompañas?
-¿Y por qué yo?- pregunta
él.
-¡¡No te quejes, vámonos y
no pongas excusas!!- le toma de la mano y se lo lleva a rastras- ¡¡Adiós, nos
vemos mañana en la escuela!!
-¿Nos vamos los cuatro
juntos?- le propone Ryo.
-¡¡De acuerdo, nos
vemos!!- le grita ella ya más lejos, con Seita.
Meiko y Ryo se miran. Ella
se siente más tranquila, ahora podrá hablar con él con respecto al Concilio con
más calma, y su madre y hermanita no están. Aunque realmente esto sí le produce
un poco de incomodidad. Nunca le gustó la idea de estar solas en la casa de un
chico... nunca... la única vez que había pasado, las cosas entre ella y ese
chico habían pasado a “otro nivel”, uno más allá de la amistad. La única vez...
había sido con Keiichi... ¡Rayos! Ya había pensado dos veces hoy en él. ¿Qué
estaba pasando? ¿Eso ya no había quedado atrás? Una sensación extraña recorrió
todo su cuerpo, le impidió seguir analizando la situación. Miró hacia el
apartamento de Ryo, quien también algo sintió, porque volteó a mirar lo mismo
que ella.
-¿Qué pasa?- pregunta
mirando a Meiko, quien aún mira hacia arriba.
-Algo no está bien...-
dice ella.
Entonces ambos toman una
decisión en común, van corriendo hasta la puerta del apartamento. Ryo sube las
escaleras como nunca creyó hacerlo. Meiko se aterroriza al comprobar que la
puerta está abierta. Se queda paralizada y no se atreve a entrar, pero Ryo le
toma de la mano y la conduce adentro. No hay nada anormal allí, Ryo lo recorre
todo con la mirada, buscando algo fuera de lugar. Nada, sólo por la ventana
principal abierta. Él corre hacia allí y se asoma por la ventana, lo único que
logra ver en una negra figura perdiéndose entre los callejones.
-¿Viste eso?- pregunta
Meiko a su lado, también asomada.
-¿Un ladrón?- duda Ryo, la
chica niega con la cabeza. Parece que él va a tener que acostumbrarse a
encontrar cosas fuera de lo común a partir de ahora. Traga en seco y dice- ¿El
Concilio?
-No... no sé- le responde
dudosa- no estoy segura...
Ryo deja que su
respiración vuelva a su curso normal. Su corazón late rápido, siente y sabe que
esto es sólo una pequeña muestra de lo que vendrá a partir de ahora. Pero está
dispuesto a seguir con su lucha, el que mató a su padre está allí, en el
Concilio, y él va a encontrarlo. Mientras estos pensamientos cruzan su mente
mira hacia la mesa y divisa un papel. Se acerca hasta allí y lo toma en sus
manos, Meiko se acerca a él y le arrebata el papel de sus manos.
-Sí fue del Concilio- le
asegura.
-¿Por qué?- pregunta él.
-Tiene el sello- le dice
señalándole un símbolo en el borde superior izquierdo del papel- todos los
documentos del Concilio lo tienen...
-¡¡Ellos mismos se están
delatando!!- sonríe él.
-Claro, es muy fácil saber
que proviene del Concilio, lo difícil es saber quién los mandó- le corta ella
su sonrisa.
-¿Qué es lo que dice?-
toma él de nuevo papel y lo abre. El mensaje está escrito con tinta roja, pero
la inscripción parece un lenguaje antiguo, Ryo mira a Meiko confundido.
-Lo leeré yo- él le acerca
el papel y ella le mira. Sus ojos se abren de par en par, mirando el mensaje
confundida..
-¿Qué? ¿Qué es lo que
dice?- le pregunta él impaciente.
“Bienvenido al
Concilio, joven descendiente del Clan Akiyama.”
CONTINUARÁ....
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Notas:
Un poco aburrido ¿No? Bueno, en el siguiente les prometo que
se divertirán (¡¡Prometido solemnemente!!) aunque espero que la parte final ya
les haya dejado impresionados. ¡Ah! Y como ven nuevos personajes, Tenkuu, un
joven que tiene un carácter intransigente hasta morir. Y Soujiro, que sólo hizo
“aparición telefónica” pero ya sabemos que es el “novio” de Miyuki.
Avances del Siguiente capítulo: el primer día
de Ryo en el Concilio, conocerá a algunos que se portarán de manera amigable,
otros de manera un tanto misteriosa y otros de muy mala manera!! Meiko empieza
a sentir latidos en su corazón, cosa que realmente no le agrada mucho. ¿Qué
hará? ¿Por qué no quiere tener relaciones con ningún chico? Empieza a
averiguarlo en este capítulo.
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