La Princesa y su Quimera.

Por: Marissa Cervantes.

 

 

 

 

Años después de dejar de verte aún te recuerdo.

Tu recuerdo me acompaña siempre.

Sólo hubiera querido que tú lo supieras.

Que supieras que te amé y aún te amo.

Que en mi corazón encontrarás un sentimiento sincero.

Que no te critica ni te juzga... sólo

...sólo te ama...

 

 

 

 

 

Capítulo 1: “¡Feliz Cumpleaños!”

 

Unos leves rayos de luz atraviesan la ventana, dando a entender que ya es hora de iniciar un nuevo día. Pero a mí no me importa, lo que en verdad quiero es seguir durmiendo. Muchas otras chicas en mi lugar ya habrían despertado justo con las primeras luces del alba y ya estarían listas... pero yo no. Hoy todo el reino debe estar de festejo desde ahora, ya todos deben esperan con impaciencia que llegue la noche, para que la fiesta se de en todo su esplendor. Estoy segura de que cualquier residente del reino está más emocionado el día de hoy que yo, quien soy la festejada. No es que no quiera celebrar mi cumpleaños, claro que quiero... a cualquier joven de mi edad le gusta este día, pero no cualquiera tiene un padre como el mío. “Cumples 17 años, y pronto heredarás el reino definitivamente”; suele decirme cada vez que tiene oportunidad. Sé la cantidad de responsabilidades de adquiriré cuando cumpla, el año que viene, cumpla los 18 años; ya que por tradición familiar es cuando el heredero recibe el reino, no importa si su padre aún vive. Tal vez el punto sea que no quiero adquirir esas responsabilidades. En el fondo siento que no nací para ser una princesa, aunque nunca se lo he confesado a nadie. Si lo comento con mi padre... seguramente se desmayaría en el acto, o ponga el grito en el cielo. El punto es que ni él ni nadie podrá comprenderme.

Es en momentos así cuando pienso en mi hermana. ¿Qué habría sido de mí si ella no se hubiera ido? Probablemente no estaría sentada hoy, a mis 17 años, reflexionando acerca de mis temores al convertirme en soberana. Cuando era muy niña lloré muchas noches por su ausencia... sentí su falta cuando necesitaba el consejo de alguien que no fuera papá. A medida que fui creciendo llegué a odiarla; sí, a odiarla por dejarme sola... a mí y a mi padre, porque sé que él también sufría, aún sufre. Pero ahora, ahora no sé que es lo que siento respecto a mi hermana. Creo que, en caso remoto, la vuelvo a ver; no sabría qué decirle.

Pero no es tiempo de pensar en “que hubiera pasado si...” porque el “hubiera” no existe. Sólo existe el presente, mi presente. El problema es ¿cuál es mi presente? Si no sé determinar mi presente menos podré determinar mi futuro. ¡Dios! ¡Tanto reflexionar me está matando! No hay duda de que me estoy poniendo vieja... porque siempre pensé que los viejos se pasaban sentados reflexionando acerca de sus vidas.

Me pongo en pie y me acerco a la ventana un poco. Desde allí puedo observar a todo el pueblo,     quienes corren de aquí para allá, adornando las calles, colocando luces por todos lados para la fiesta en la noche. No puedo evitar sonreír y a la vez sentirme culpable, ellos están esforzándome por darme una fiesta inolvidable y yo sólo pensando en mí. dejaré mis traumas existenciales por un momento y sonreiré, sonreiré para que todos se sientan satisfechos. Vaya, este propósito hasta a mí me dejó sorprendida, he madurado más de lo que creí.

 

-¿Dónde está mi hija?- escucho a mi padre mientras bajo las escaleras, se escucha desesperado. Sonrío. Él nunca cambiará.

-No lo sé...- murmura con leve temor una cortesana.

-¡¡Aquí estoy, padre!!- digo bajando las escaleras con rapidez.

-¡Ameria!- mi padre corre hacia mí y me da un abrazo. Cuando termina el gesto, me ve de pies a cabeza y nota que aún estoy en piyamas- pero... ¿Qué haces vestida así? ¡¡Deberías estar lista!!!

Doy un suspiro por lo bajo. Y yo pensaba que papá estaría más calmado. Pero, para variar con él, me equivoqué. Me imagino el sermón que me dará. “Hoy es tu cumpleaños, y no cualquier cumpleaños... recuerda que dentro de un año heredarás el reino y...”

-...debes empezar desde ahora por ser puntual y responsable- dice seriamente. Yo le miro con cara de arrepentimiento y él deja el sermón (porque todavía faltarían como 5 minutos más) para sonreírme y tomar sus manos entre las mías- arréglate y ponte preciosa, porque antes del almuerzo debemos recorrer todo el reino...

-¿Antes del almuerzo?- suspiro. Entonces veo el reloj- pero ¿crees que tendremos tiempo?

-Sí, hija, claro que tendremos tiemp...- entonces papá mira el reloj-... ¡¡Tiempo!! ¡¡Ve a vestirte rápido!! ¡¡¡Porque antes de salir tendremos que recibir unas visitas!!

-¿Visitas?- me extraño. ¿Quién podría ser?- ¿Qué clase de visitas?

-¡¡Sólo arréglate!!- dice mientras sale del salón corriendo y dando instrucciones.

Y allí quedo yo, en medio del salón principal, a mi diecisiete años de vida; sin saber qué hacia dónde coger.

 

Para que mi padre no diga nada, me he esmerado muchísimo. Mi aspecto es impecable. De modo que sea la visita que sea, me veré presentable. Ahora que lo pienso... ¿por qué papá tiene tanto interés en que me vea muy hermosa para las visitas? Sacudo mi cabeza, como tratando de que la idea se aleje de mí, es que mejor ni imaginarlo. Porque a veces mi padre se sale con una de excentricidades.

-¡¡Princesa Ameria!! ¡¡Su padre pide que vaya rápido!! ¡¡Al parecer ya llegaron las visitas!!- me anuncian.

-¿Sí? ¿Y pudo ver quiénes eran?- pregunto con gran curiosidad.

-Pues la verdad no pude ver de quién se trataban, pero ha de ser personas muy importantes, porque el carruaje en que viajaban era de un aspecto muy majestuoso, además de que venían con escolta-

-¿Escolta?- me sorprendo. Jamás pensé que fuera gente de tanto poder... o algo así.

Mientras camino al encuentro de papá, no puedo dejar de sentir cómo mi corazón late muy rápido. Al parecer estoy más ansiosa de lo que creí por saber quienes son esas tan mencionadas “visitas”.

Al llegar junto a mi padre, puedo ver junto a él a dos personas: una es una señora ya mayor, pero de muy buen aspecto; de ojos azules como la mar y de cabellos grises, aunque no dejar de brillarles como los de una jovencita. Lleva una vestimenta muy bien arreglada y en su cabeza tiene una pequeña corona de color plateado. A pesar de todo, en su rostro se puede reflejar la dulzura; de modo que intuyo de inmediato que es una buena persona, por lo menos lo dicta su rostro, que me sonríe ampliamente. A su lado hay un joven, muy apuesto cabe destacar, de ojos tan azules como los de la señora. Sus cabellos son oscuros y también me sonríe, aunque con leve pena y puedo notar que sus mejillas se ruborizan cuando yo respondo la sonrisa. Entonces miro a mi padre, quien está también muy contento por... ¿por qué? Si no he hecho más que saludar a los visitantes con una leve reverencia, ni siquiera he hablado.

-Como le dije- dice mi padre mirando a la mujer- esta es mi hija Ameria, futura heredera de mi trono.

-Ya lo veo- sonríe la mujer acercándose un poco a mí- te pareces mucho a tu madre, pequeña.

-¿La conoció?- pregunto entusiasmada.

-Claro- sonríe- la recuerdo muy bien. Fuimos muy buenas amigas hace tiempo atrás, espero que tanto en apariencia como en personalidad seas como ella... porque era una gran persona.

-Gracias, pero dudo que algún día iguale a mi madre- digo bajando la mirada sonrojada. Siempre me emociono cuando alguien me dice que me parezco a mamá, ya que siempre ha sido mi sueño ser como ella, aunque creo que no lo lograré... ella era una gran dama, dudo que algún día pueda siquiera llegarle a los talones, pero lo intento lo más que puedo.

-Bueno, hija, te presento a la señora, su nombre es Kara, es soberana del reino Sikoku, contiguo al nuestro.

-Claro- digo mirando bien a la mujer- ya decía yo que se me hacía conocida ¿no era usted quien firmó el tratado de Paz con las ciudades rebeldes del oeste?

-La misma- sonríe- con un poco de años encima, pero la misma. Él es mi hijo Heros- dice señalando al joven, quien hace una reverencia ante mí- mi heredero al trono, aunque he decidido que lo herede a los 20...

-Suerte de algunos- suspiro en tono burlón, mirando a papá- ¿cuántos años tienes?

-Diecinueve, el siguiente año cumpliré los veinte- me informa muy formalmente. Noto que el chico evita mirarme a los ojos cuando me habla.

-Entonces estamos en igualdad de situación- sonrío. Puedo notar que ante este comentario mi padre y Kara se miran.

-Sí, hija, es por eso que hemos decidido algo- dice mi padre- como heredarán casi al mismo tiempo... ambos hemos decidido... que podrían casarse...

-...para así unir ambos reinos y quedemos protegidos de las amenazas que puedan surgir en el futuro. Mi hijo ya ha aceptado- me dice Kara- no tenemos ninguna intención de presionarte, si no quieres está bien. Pero como tu padre me ha dicho que no has tenido que ver con ningún hombre, pues decidimos arreglar esto, tal vez lo veas como egoísmo, pero no los estamos obligando... sólo piénsalo...

Si no fuera porque ya me había preparado mentalmente para cualquier situación, de seguro me habría derrumbado. Debí imaginarme algo así de parte de papá. ¿Un matrimonio? ¡¡¿Casarme?!! En cierto modo no estaba enojada, porque no me lo estaban imponiendo... pero por otro lado sí me sentía furiosa porque papá sabía que yo... paro mis pensamientos en seco. ¿Yo qué? A mi mente viene una imagen borrosa, de una quimera que hacía ya tiempo no recordaba. ¿Qué con él? No le veía ya. Él se fue por su lado y yo por el mío. ¡¡Además me propuse no pensar más en él!! Y si analizo la situación... no tiene nada de malo la propuesta que me hacen. El joven es apuesto y tal en el año que nos queda pueda enamorarme de él.

-Bueno... no puedo prometer nada- suspiro mirando al chico- pero... como dicen, jamás he tenido que ver con alguien, de modo que ¿por qué no intentarlo? Puede decirse que a partir de ahora, estamos comprometidos.

Tomo su mano y trato de regalarle mi mejor sonrisa. Él también hace lo mismo. Algo dentro de mí trata de auto reprocharse por lo que acabo de hacer, pero voy a hacer caso omiso. No tengo razón alguna para arrepentirme de haberme comprometido. Tal y hasta termina siendo el hombre de mi vida. Él me ofrece su mano y yo, sonriente siempre, acepto. Los cuatro nos dirigimos hacia el carruaje que hará que recorramos el reino entero.

 

Durante el trayecto nuestros padres conversan muy animadamente. Por lo que veo son muy bueno amigos. Harían buena pareja. Al pensar en esto sonrío con disimulo. ¿Papá casado? Je, je. Eso sí que estaría digno de verse. Aunque no estaría tan mal, después de todo yo nunca le conocí relación amorosa alguna. Volteo para observar el panorama, saludo a las personas, quienes alzan una rosa blanca en señal de respeto. A mamá le encantaban las rosas blancas y creo que de algún modo me traspasó ese gusto.

Justo en ese momento me parece distinguir entre aquella multitud a alguien conocido. Es un hombre de estatura media, de cabellos rubios y ojos azules. Mi corazón se acelera ¿podrá ser él? Al parecer Heros nota el cambio en mí.

-¿Te ocurre algo?- pregunta.

-Sí, creo... es que me pareció ver a alguien conocido- digo mirándole.

-Es natural, tu padre me dijo que de pequeña salías a recorrer el reino, ¿será por eso?-

-No, me refiero a un amigo... alguien a quien no veo desde hace algo de tiempo. ¡Papá! ¿Podrían detenerse un momento?-

-¿Para qué, hija?- dice mi padre.

-Es...- entonces veo que el hombre se va alejando- ¡¡Ahora no puedo decirte!! ¡¡Pero ruego te detengas!!

Mi padre le hizo una señal al conductor y el carruaje se detuvo. Enseguida salí corriendo de él de un brinco, con Heros detrás de mí.

-¡¡Ameria!!- escucho detrás de mí- ¡¡Espera!! ¿Qué tan importante es?

Muy importante. Si es quien creo que es, tal vez sea el mejor cumpleaños de mi vida. La gente me abre paso, lo que me facilita el trabajo. Sigo corriendo, el hombre está de espaldas a mí, pero puedo reconocerle. Sí, es él. Cuando estoy a unos cuantos pasos de él, tropiezo. ¡¡Rayos!! ¡¡Cómo detesto estos trajes!! Pero, para mi sorpresa, el hombre se voltea y evita mi caída.

-¿Está bien, señorita?- reconozco esa voz. Sonrío y le abrazo fuertemente, él hombre se sorprende, ya que puedo sentir que su piel se le eriza- Disculpe... ¿ocurre algo?

-No, estoy bien- digo mirándole a los ojos- gracias, Gaudi.

El hombre abre los ojos de par en par. Me inspecciona de pies a cabeza, con un gesto un poco gracioso. No puedo evitar reírme por lo bajo.

-Lo siento, pero ¿nos conocemos?- dice Gaudi mirándome fijamente.

-¡Claro, bobo!- sonrío tomándolo de la mano- soy yo... Ameria...

-¡Ah... Ameria... ¡¡¡AMERIA!!!- ahora se sorprende más y da vueltas a mi alrededor- ¿Ameria?

No puedo evitar reírme a carcajadas. Por lo visto Gaudi está asombrado de verme convertida en toda una mujer. No lo culpo, cuando nos dejamos de ver yo aún era un niña en todo sentido. Ante mis risas él se asombra un más y se rasca levemente la cabeza. Hasta cuando entonces caigo en cuenta. ¿Y Rina? Ellos siempre andaban juntos, siempre, aunque peleando, pero siempre estaban juntos. ¿Dónde estaba ella ahora?

-Me alegra volverte a ver, pero ¿Y Rina? ¿Dónde está ella?

Gaudi mira hacia el cielo y da un profundo suspiro.

-Si lo supiera te lo diría, pero han pasado tantas cosas desde que nos separamos aquella vez...- dice sonriéndome levemente- pero cuéntame de ti... ¿cómo has estado? Me imagino que muy bien porque te ves radiante... y muy hermosa.

-Gracias- me sonrojo- pero qué haces aquí... ¿Acaso te acordaste?

Me emociono con la idea de que haya recordado mi cumpleaños y haya venido hasta Seillun para felicitarme. Ahora que lo veo bien, se nota que físicamente ha cambiado, se ve más buen mozo y al parecer ha madurado. 

-¿Acordarme? ¿De qué? La verdad es que me he dedicado a vagar últimamente, sin siquiera preocuparme por el lugar en el que estoy. De modo que creo que llegué hasta aquí por pura casualidad- dice llevándose las manos a la cabeza y sacando la lengua en tono burlón.

Una gran gota apareció en mi cabeza. La primera impresión que tuve de Gaudi se había desmoronado por completo. Él jamás cambiaría.

-¡¡Ameria!!- dice Heros llegando hasta nosotros jadeante y sudoroso- ¡¡Hasta que te encuentro!! ¿Y quién es este hombre?

-Es un buen amigo, a quien no veía desde hace años- digo abrazando a Gaudi levemente- y ahora mi fiesta estará completa.

-¿Fiesta?- pregunta Gaudi emocionándose- ¿Cuál fiesta?

-El día de hoy cumplo 17 años- sonrío.

-¿Tan pronto?- se asombra.

Yo asiento levemente.

-Imagino que no te negarás a acompañarme esta noche ¿Verdad?- digo poniendo cara de niña castigada- o de lo contrario mi felicidad no estará completa y me pondré muy triste....

-¡¡Será más que un placer!! Pero... algo muy importante- me dice al oído- ...¿van a tener mucha comida? Es que no he comido nada desde que llegué hasta aquí, de eso hace ya varios días.

Otra gran gota apareció en mi nuca. Asentí levemente sólo para ver la cara de emoción que ponía Gaudi. Heros lo miraba un poco confundido, tal vez jamás imaginó un amigo como Gaudi, me mira y luego sonríe, para decirme por lo bajo.

-Me pareció muy simpático tu amigo, pero ya me imagino la cara que pondrá mi madre cuando lo vea- sonríe.

-Mi padre dará el visto bueno, porque él también le conoce- sonrío levemente.

-Pero Ameria- dice Gaudi acercándose a Heros- ¿Quién es él? Porque no creo que sea “Don Philionel” rejuvenecido ¿o sí?-

-No Gaudi, claro que no- miro a Heros, para darme fuerzas para lo que tengo que decir- él es Heros... mi prometido.

-¡¡¿¿PROMETIDO??!! ¿Ya hasta prometido tienes??

Bien lo he dicho. La primera vez que reconozco a Heros como mi prometido oficial. No ha sido tan malo, pero esa pequeña partecita dentro de mí se empeña en decir “no” “no te cases con él, no lo aceptes”. ¿Por qué? Tal vez una parte muy pequeña de mi ser aún ame... ame a...

-¡¡No puedo creerlo!!- interrumpe Gaudi mis pensamientos- ¿Mi pequeña Ameria comprometida? ¿Y para cuándo es la boda?

-Calma, que aún no me verás de blanco- sonrío, mientras vamos de camino con papá y Kara- nos casaremos dentro de un año, cuando ambos heredemos nuestros respectivos reinos.

-Pues eso sí que no me lo esperaba, te lo confieso.

Ni yo tampoco, Gaudi. Yo tampoco esperaba esa propuesta de mi padre. ¿Ven? Ya me estoy cuestionando acerca de haber aceptado el compromiso. Y eso que ni el día va de haber aceptado. A veces, entiéndase la mayoría del tiempo, realmente me siento muy mal conmigo misma. Es que nunca puedo ponerme de acuerdo cuando se trata de asuntos del corazón. Mis sentimientos están como divididos. Uno usa la lógica, que dice “Ameria, no tienes a nadie. De modo que inténtalo” y la otra, se basa en el corazón “Ameria, tú no lo amas. No intentes forzarte; porque sólo se ama una vez en la vida”. En tal caso ¿ya yo amé? Es decir, ¿Ya viví ese amor único? Algo me dice que no debo responder a esa interrogante.

 

Tal y como lo suponía, a papá le dio mucho gusto ver a Gaudi. Él también preguntó por Rina y los demás. Pero Gaudi contestó con la misma evasiva que me dijo a mí “si lo supiera se lo diría”. ¿Qué había pasado con Rina y Gaudi? ¿Se habría concretado algo entre ellos? Es que eran el uno para el otro. ¡¡Dios mío!! ¡¡Me carcome la idea de que algo malo le haya pasado a Rina!! También extraño a Zigfried. ¿A ella también le había ocurrido algo? ¿A Xellos? ¿A Philia? Debía preguntarle a Gaudi. Pero él se ve algo afectado.

-Ya todos las esperan- me anuncian- por favor valla. Y no se preocupe. Se ve hermosa.

-Gracias, enseguida voy.

Bajo las escaleras con calma y seguridad. Tal y como papá dijo que lo hiciera. Él estuvo preparando esto desde hace meses atrás. De modo que cuidaré de no defraudarlo.

Veo varios rostros. Algunos me son familiares, otros jamás los había visto; pero todos están sonrientes. Todos sonríen. Saben que dentro de un año exacto seré su nueva soberana. Pero, de entre todos los rostros que veo; aún incluyendo el de mi padre, hay unos en especial que me gustaría ver. Mis amigos. Mis viejos amigos. Me gustaría ver a Rina sonriendo y llenando de risas todo el salón. A Sirfried tratando de detenerla. A Xellos mirándolas y sonriendo, mientras que Philia le mira con desconfianza. Y a Gaudi comiendo hasta más no poder... bueno eso no me lo tengo que imaginar n_nU. También, también me gustaría verlo a él. Desde lo más profundo de mi ser desearía verlo. Aunque nadie más estuviera conmigo, yo sería feliz.

-Te vez preciosa- dice mi padre tomándome del brazo. Me conduce hasta donde están Gaudi y Heros. Ambos me sonríen. Yo abrazo a Gaudi y se me humedecen los ojos.

-Quisiera que Rina estuviera aquí...- murmuro lo suficiente para que él me escuche.

-Yo también... yo también...- suspira. Se le oye un poco triste.

-Creo que ya te lo dijo tu padre- suspira Heros mirándome- pero te vez realmente hermosa.

-Gracias, pero me siento un poco nerviosa- confieso- el sólo pensar que dentro de un año seré la soberana de toda esta gente... que confía en mí ¿crees que sea una buena reina?-

-Claro que lo serás- sonríe con seguridad-... es decir, lo seremos.

Este comentario me hizo recordar que dentro de un año estaremos casados. ¡Rayos! Cada vez que lo recuerdo, esa parte dentro de mí da como un brinco, que me provoca algo como una corriente eléctrica en mi espalda.

-¿Qué dices si bailamos?- sonríe Heros.

-Claro...- no puedo terminar de contestar cuando ya estoy en los brazos de Heros, bailando al compás de la música.

A pesar de estar disfrutando de la fiesta, porque no puedo negarlo, no puedo dejar de pensar en Rina. Es que Gaudi se oía muy triste cuando le hablé de ella. Estoy segura de que algo le pasó y no precisamente algo bueno. “Han pasado tantas cosas...”, eso me hizo preocuparme por los demás. También por... no puedo mencionar su nombre... pero temo por él. Si le ocurre algo... si le ocurrió algo... yo... creo que moriría. Creo que ahora mismo mi parte “amorosa” le ha ganado a mi parte “lógica”. 

¡Ya no pienso seguir atormentándome más! Siento si esto es difícil de hablar para Gaudi, pero tengo que averiguar qué fue lo que pasó con Rina y con... los demás.

-¿Me disculpas un momento?- le sonrío a Heros- tengo que ver que Gaudi no se haya terminado cinco raciones él solo.

 

-Gaudi- lo llamo. Está en uno de los pasillos, recargado contra un pilar- quiero hablar contigo.

-Sí, lo sé- suspira él- voy a decirte qué fue lo que pasó. Mereces saber la verdad. Hace como dos años decidiste regresar a Seillun. Nosotros lo aceptamos y te dejamos aquí en tu hogar. Luego de eso seguimos como siempre. Todos juntos. Pero poco tiempo después se escucharon fuertes rumores sobre un posible pergamino sagrado. El pergamino no venía ni del bien ni del mal. Tenía hechizos de ambas magias, incluso uno que, según decían, hacía al Giga Slave un arma perfecta. Rina se empeñó en buscar ese pergamino. Sin embargo, Sigfried no lo aprobó. Dijo que quien lo escribió seguramente no tenía buenas intenciones. Discutieron por varias horas, llegaron a insultarse terriblemente. Yo ya estaba cansado de oír la discusión y me metí en medio de ambas. No sé qué fue lo que dijo o hizo Rina en ese momento, pero defendí a Sigfried. Justo sentí la cachetada de Rina sobre mí, me había pegado ya incontadas veces, pero esta vez pude sentir verdadera rabia. “¡¡Pues si la apoyas tanto puedes largarte con ella!! ¡¡Anda!! ¡¡Lárgate!! O es mejor... yo me voy” al terminar de pronunciar estas palabras se alejo mucho de nosotros. Sigfried me agradeció que le haya dado la razón y dijo que no me preocupara, que ya a Rina se le pasaría. Al día siguiente Rina se había ido. Zelgadiss sugirió que buscáramos en los pueblos cercanos, pero no apareció. Tres días después Xellos se fue. No le tomamos tanta importancia, porque siempre lo hacía. Con el pasar de los días no regresaba y en nuestra búsqueda de Rina llegamos al Templo de Philia. Al llegar escuchamos que había problemas internos y ella prefirió quedarse para ayudar. Poco tiempo después Zel también se fue. Así sin más. Sin decir adiós ni nada. Eso tampoco me extrañó, siempre fue un lobo solitario. Entonces Sigfried y yo decidimos terminar la búsqueda, una búsqueda que nos había llevado a la pérdida de nuestros amigos. Ella regresó y se quedó con los suyos. Y yo... bueno, aquí me tienes. En realidad no he tenido un lugar fijo nunca en donde vivir. De modo que regresé a mi vida antes de conocer a Rina: vagar.

Cuando Gaudi terminó la historia yo ya estaba en las lágrimas. Todos mis amigos se habían separado. Cuando me quedé en casa y les vi alejarse, todos juntos, guardé ese recuerdo en mi mente. Siempre que los evocaba, estaban así: juntos. Jamás pensé que estuvieran ya por caminos separados. Antes formábamos un grupo tan sólido. Nada ni nadie nos separaba.

Gaudi me abrazó levemente mientras acariciaba mis cabellos, tratando de consolarme. Pero nada podía consolarme. Mis amigos estaban separados. ¡¡Quién sabe dónde!!. Y yo aquí, haciendo nada por ellos. Algo tenía que hacer. no puedo ni quiero quedarme con los brazos cruzados, mientras esté en mis manos hacer algo lo haré.

-¡¡Ameria!!- Heros hace que seque mis lágrimas con rapidez- ¡¡Ya te van a dar los regalos!!

-Enseguida vamos, gracias- le digo a lo lejos.

 

-Bien, hija- sonríe mi padre- todos te han dado sus regalos.

Sonrío levemente mientras observo todos los presentes que me han dado: desde vestidos, collares, hasta libros. Recuerdo que cuando cumplí los diez años papá armó una fiesta enorme y me regaló ¡¡un dragón!!. Desde entonces siempre tuve miedo de los regalos de mi padre.

Pero aunque todos los regalos estén preciosos, no puedo disfrutarlos del todo. No puedo dejar de pensar en mis amigos.

-Aún no te he dado mi regalo- dice mi padre- porque no te lo he comprado. Es que decidí que tú seas quien escoja el regalo. Porque imagino que recordarás tu regalo cuando cumpliste diez años. Sé que ese regalo te gustó, pero luego de tres meses de amaestrar al dragón. Por eso no quiero cometer los mismos errores que cometí antes. Dime hija, ¿qué quieres que te regale? Lo que quieres te lo concederé.

-¿Lo que quiera?- pregunto.

-Sí, lo que quieras.- sonríe él.

Pienso por unos momentos. ¿Qué es lo que más deseo justo ahora? Ver a mis amigos... juntos, otra vez. Pero eso es un regalo que no puedo pedir. Miro a Gaudi decepcionada. Pero entonces una leve idea cruza por mi mente.

-Puedes tomarte tu tiempo si no saber qué pedir- dice mi padre.

-No. Papá, quiero que me concedas la libertad total por un año- digo.

Un silencio total se siente cuando pronuncio estas palabras.

-¡¡¿De qué hablas?!!- pregunta mi padre parándose de su asiento.

-Me acabo de enterar que mis amigos están separados, papá. Y mi mayor deseo es verlos juntos, pero quiero juntarlos yo sola. Por eso te pido que me dejes ir a buscarlos- digo mirando suplicante a papá.

-Pero hija, tú heredarás el reino dentro de poco- dice él preocupado.

-Por eso te pido un año. Te juro que si para un año no he logrado mi propósito, regresaré el día exacto de mis 18 años y heredaré el reino- digo tomándole la mano- por favor, esto es muy importante para mí.

Papá da un profundo suspiró. Sé que para él no es fácil dejarme ir. Me quiere demasiado y yo a él, pero mis amigos son demasiado importantes. Tiene que entender, sé que me comprenderá.

-Está bien, hija- suspira él resignado- pero de aquí a un año, no más.

-¡¡Lo prometo!! ¡¡Gracias- digo abrazándole y colmándole de besos.

-Ameria... nuestro compromiso... ¿quedará anulado?- pregunta Heros.

Le miro sonriendo levemente. La sola idea de volver a ver a Zelgadis hace que mi corazón quiera dar brincos a mil por hora. ¿Cómo estará? ¿Cómo me tratará después de tanto tiempo? ¿tendré valor para hablar con él sobre mis sentimientos? Tengo tantas interrogantes que creo que jamás podría contestarlas. Pero no puedo dejar a Heros y a su madre así, irresponsablemente. No creo que lo merezcan.

Me acerco a él y le doy un leve beso en los labios. Más de cariño que de otra cosa.

-Si después de un año aún deseas casarte conmigo y yo contigo, lo haré. De no querer casarme lo sabrás por mí antes que por nadie... nuestro compromiso sigue en pie- le digo con firmeza.

 

Gaudi aún no puede creer lo que acabo de hacer. En sus ojos puedo notar un gran desconcierto. De hecho, yo tampoco me esperaba esa reacción de mi parte. Pero por lo menos esta vez no me estoy reprochando. Mientras pongo todo en orden antes de partir, me reconcilio conmigo misma. ¿Por qué? Pues porque esto es realmente lo que quiero hacer. Quiero recorrer el mundo otra vez, sin restricciones de ningún tipo o con libertad de hacer lo que quiera. Tal vez no reúna a todos de nuevo, pero por lo menos habré vuelto a mi libertad. Me alegra que los demás, aparte de mi padre, no me hayan reprochado, me preocupaba en especial Kara y Heros. En realidad me sentí un poco mal, es decir, a penas me conocían y ya les estaba fallando. Pero ella fue muy comprensiva conmigo “si eso es lo que en verdad deseas, ve y hazlo, no dejes de hacer lo que quieres por complacer a otros” fue su consejo. “Esperaré... lo prometo” fue lo único que pudo decirme Heros.

Justo ahora, cuando estoy en la soledad de mi habitación es cuando me pregunto: ¿Qué me depara el año que transcurrirá a partir de mañana? Sé que lo primordial es encontrar a los demás. Pero no puedo negar que hay alguien en especial a quien quiero volver a ver...

-Zelgadiss...- murmuro su nombre mientras me derrumbo en mi cama. Tengo tantas ganas de verle. ¿Habrá encontrado la cura para su mal? Aunque no sea así no me importa. Porque yo me enamoré del Zelgadis la Quimera, no de Zelgadis el humano. Ojalá que algún día él entienda eso.

Siempre me pregunté. ¿Qué era lo que no le gustaba de mí? me pongo en pie y me dirijo al espejo. Allí me quito la ropa y quedo desnuda. Me observo en el espejo. Mi figura es atractiva, no es falta de modestia ni mucho menos. Mis pechos son proporcionados a mi cuerpo, mis ojos son penetrantes y profundos. Mis cabellos largos, ahora que me los dejé hasta un poco más bajo de los hombros, hace juego con el resto de mi figura. Entonces ¿Qué era lo que no le gustaba a Zelgadis? Tal vez no era lo físico, tal vez mi personalidad. Porque tengo que admitir que era realmente inaguantable en ese tiempo.

Recuerdo cuando me protegió. Ese día... por un segundo... pude llegar a pensar que él sentía algo por mí... algo más allá de una amistad. Pero después de la batalla, cuando le di las gracias y él se comportó tan cortante y evasivo... sentí que todas mis ilusiones se habían ido por la borda. Poco después me fui dando cuenta de que así era él. Tenía una personalidad muy cambiante. Creo que fui la única que, cuando le escuchaba hablar, sentía cómo se reflejaba su dolor. Imagino cómo vivió... siempre alejado de todos... porque todos le rehuían... le temían, le daba miedo a todos. Confieso que al principio yo también le juzgué por su apariencia física y me pareció una mala persona. Cómo le maldigo por eso. Si hubiera tenido desde el principio una buena relación con él... las cosas habrían sido muy diferentes. Luego lo consideré un buen amigo hasta que sin darme cuenta me fui enamorando... le entregué mi alma y mi corazón como jamás creí que lo haría.

-Sólo se ama una vez en la vida- digo aún desnuda en mi habitación-... ya yo amé... aún amo... Zelgadis... tengo que encontrarte...

me pregunto si tú sabías lo que sentía por ti. Tal vez sí... pero como crees que no mereces amor te encerrabas en ti mismo. O tal vez no... porque no podías creer que alguien te amara. El caso es el mismo. Zelgadis no cree que merezca amar y ser amado, simplemente por se una quimera. ¡¡Dios mío, él no pidió ser eso!! ¡¡Fue Rezo quien lo convirtió en eso!! ¡¡Él tiene la culpa, no Zelgadis!!

 

Puedo sentir las primeras luces del alba. A diferencia de ayer, hoy me levanto rápidamente y más temprano. Casi no pude dormir anoche, pensando en lo que me depara el destino a partir de hoy. Gaudi aceptó ir conmigo durante todo el año que me ha dado mi padre de licencia. “No te dejaré sola, aunque no encontremos a nadie” fue lo que me dijo. Le agradezco mucho, él es para mí como un hermano mayor. Un poco torpe, pero un buen hermano mayor. Abro mi ventana de par en par y veo cómo el pueblo se levanta también.

-Buenos días, su alteza. ¿Quiere que le preparemos el baño?

-Sí, por favor- sonrío.

Me baño lo más rápido posible. Se puede traslucir mi impaciencia.

-¡¡Buenos días!!- saludo a mi padre y a Gaudi, quienes me reciben en la mesa. Mi padre con una sonrisa y Gaudi con medio desayuno en la boca. ¬_¬

-¿Y ya saben a dónde irán?- pregunta mi padre.

-Seguro- le respondo mientras tomo el desayuno- lo que más cerca nos queda es el pueblo de Sigfried. Luego pensamos ir al Templo de Philia, cuando estemos los cuatro, podremos ir preguntando en los pueblos más importantes si se sabe de Rina. Porque, como sabrás, cuando Rina pasa por un pueblo o región.... no lo hace de manera sigilosa y callada... - contengo la risa- en caso tal de que no la encontremos nos queda la última opción de ir a casa de su hermana Luna.

-¿Y qué con Xellos?- pregunta Gaudi, terminando de comer.

-No te preocupes por él- sonrío con seguridad- que será él quien nos encuentre...

de eso no hay ninguna duda. Será Xellos quien nos encuentre, y no nosotros a él. Si se fue por su cuenta, regresará por su cuenta. ¿Cómo lo hará? Creo que eso “es un secreto”.

-¿Y qué hay con este chico? El de pelito azul- dice mi padre- el que era medio extraño... ¡¡¡Zel!! ¿Qué no hay planes para buscarlo a él también?

Mi comida se me atora en la garganta. Este comentario de papá me ha caído un poco mal. ¿Cómo encontraría a Zelgadis? Realmente ese fue un tema que no pensé durante la noche. Sólo pensaba en cómo decirle lo que siento y cómo descubrir los sentimientos de él, pero se me olvidó un aspecto importante: su ubicación. Porque si no lo encontraba pues jamás podría poner en práctica lo demás. ¡Es que hay que ver que cuando me la tiro de tonta, soy la mejor!

-No lo sé- le dije bajando la mirada- bueno, ya terminé... lo siento, estoy muy emocionada y cuando estoy así no me da tanto apetito.

 

Salgo del comedor rápidamente. En mi mente sigue la interrogante: ¿Y Zelgadis? ¿Qué pasará con él? Doy un profundo suspiro. No sé por qué, pero algo dentro de mí me dice que será al último que encontraremos... si lo encontramos. Sé que debería pensar positivamente pero, también tengo que ser realista. Zelgadis puede estar en cualquier parte, ya que él no es muy exigente con los lujos que digamos y tampoco es de quedarse por mucho en un lugar.

-Su alteza, ¿Quiere que llevarse consigo su brazalete? Traté de encontrar el otro, pero me fue inútil ¿dónde lo tiene? ¿Lo extravió?- me pregunta la mucama, mostrándome el brazalete plateado.

Observo el brazalete. Recuerdo por qué el otro no está... se lo di a él. Esperando que siempre se acordara de mi... pero ¿habrá funcionado? ¡Cómo quisiera tener respuesta a esa pregunta!

-¿Su alteza?- me llama de nuevo al ver mi distracción.

-Lo siento- me disculpo- me llevaré este conmigo. No se preocupe por el otro, que lo tiene otra persona.

-¿Otra persona?- se asombra- si me permite ¿Por qué? Ese brazalete pertenecía a su madre y usted siempre lo guardó con mucho cariño y amor. ¿Por qué dárselo a otra persona?

-Por nada especial- sonrío.

-Pues debió de ser alguien muy especial para que usted se lo haya dado- me dice ella.

-Sí... es alguien muy especial- digo tomando en mis manos el brazalete.

La mucama se retira y yo quedo sola. Contemplo el brazalete. ¿Conservará Zelgadis el que yo le di? Cuando lo encuentre será lo primero en que me fijaré. Si aún lo tiene quiere decir que me recuerda... sonrío al pensar en esa posibilidad. Pero hay que ser realistas, ¿y si no lo tiene? ¿Qué significaría eso? Posiblemente que ya ni le importo o nunca le importé.

-Zelgadis...- vuelvo a murmurar, esperando que el viento se lleve mi voz hasta donde él se encuentra. Que él me escuche y recuerde que lo amo... que lo sigo amando, que jamás he sentido por él repulsión por su físico. Si él supiera... tal vez me dijera que aprecia mi sinceridad, pero que no siente lo mismo por mí.

¡¡Ya!!

¡Basta!

Trataré de no pensar en eso tan seguido o de lo contrario me voy a volver completamente loca. Ahora a pensar en lo importante: el viaje. Hemos decidido viajar a pie, a pesar de las insistencias de papá de facilitarnos transporte; yo decidí que viajáramos a pie y Gaudi también me apoyó. No lo hago para llevarle la contraria a mi padre... sólo lo hago porque, en cierto modo, quiero volver a tener catorce años y sentirme así de libre como antes, en otras palabras, revivir los viejos tiempos. Claro que la ayuda económica no la pudimos rechazar, primero porque es necesaria y segunda porque ya sería un insulto no aceptar la ayuda de papá otra vez. 

 

-¡¡Ameria!!- me llama Gaudi- ¡¡Todo está listo!!

-¡¡ya voy!!- le contesto. No puedo evitar emocionarme. Un año... un año entero que podré disfrutar a mi manera.

Cuando salgo puedo notar que una gran multitud se ha reunido fuera de palacio, para despedirme. Papá me sonríe, aunque puedo vislumbrar su preocupación. Tal vez estoy siendo muy egoísta... pienso sólo en lo que yo quiero y no me detengo a ver que para él es difícil dejarme ir. Soy lo único que tiene en la vida, porque aunque aún ame a mamá; ella ya no está con él y con mi hermana mayor nunca se pudo contar. Yo soy su única familia, no sé si estoy obrando bien en ese sentido.

-Estaré bien, por mí no te preocupes- me dice como adivinando mis pensamientos- ahora sólo dedícate a pensar en ti en este año que te espera...

-Gracias...- le abrazo, pero luego viene a mi mente una interrogante- papá... ¿si encuentro a Zelgadis y...?

-Será lo que tú decidas- sonríe él.

¿Qué si encuentro a Zelgadis? No hay duda que me encanta contradecirme, porque no hace unos minutos cuando juré no mencionarlo.

Me acerco a Gaudi.

-Gracias- le sonrío. Él sabe por qué le agradezco.

-¿Y para qué crees que están los amigos?- dice tomándome del brazo y echando a correr- ¡¡Bueno gente de Seilum!! ¡¡Me llevo a su princesa por un año!! ¡¡Descuiden que se las devuelvo con bien!! ¡¡Y tal vez hasta más hermosa!!

-¡¡Adiós padre!!- le grito agitando la mano mientras me alejo rápidamente- ¡¡Adiós a todos!! ¡¡Regresaré!! ¡¡Es una promesa!!

Ambos ya estamos en las afueras de Seilum. Observamos el reino sobre una colina, se ve hermoso. Lo veo tratando de mantener un recuerdo fotográfico en mi mente, porque en los siguientes meses no lo veré. Cierro mis ojos y escucho el latir de mi corazón. Estoy lista para lo que venga. Encontremos a quien encontremos. Y me juro a mí misma que, si lo veo de nuevo, le diré que lo amo con todas mis fuerzas... que no me importa lo que pase, si él me corresponde lucharemos contra todo... contra todo.

-¿Estás lista?- dice Gaudi colocando una mano en mi hombro.

-Sí- abro los ojos y le miro decidida- estoy lista.

 

CONTINUARÁ...

*Lunes 23 de Julio, 2001

Notas:

Okis. Pues ¡¡mi primer fanfic de Slayers! Es que estaba viendo mis viejas grabaciones y de repente salió un capítulo de Slayers que tenía. Pero qué casualidad que el capítulo tenía una escenita de Zel y Ameria, por lo que me volvió mi antiguo amor hacia esa parejita y decidí escribir un fanfiction sobre ellos; además de que la historia de CCS ya sólo le falta un capítulo de modo que me dije ¿y por qué no? Este fic contendrá “de todo un poco” romance, comedia y aventuras; por lo que espero que se diviertan leyendo.

Como ven, está narrado desde la perspectiva de Ameria, y creo que todo el fic será así. Esto lo hago porque algunos ven a Ameria como a una chica un poco tonta e ingenua que sólo piensa en “implantar la justicia”, pero yo no la veo así. Además, aquí la chiquilla ha madurado, ¡¡tiene diecisiete!! Por cierto, hace tiempo que vi Slayers y no estoy muy segura de eso de las edades y la diferencia que hay entre Zel y Ameria. Tampoco la edad que tenían en Slayers Try, de modo que les pido que desechen eso y tomen las edades que iré poniendo en la historia. No es mucho pedir ¿cierto?

Es mi propósito escribir un mini-poema (si se puede llamar así) al principio de cada capítulo, que refleje más o menos lo que pasará o lo que siente Ameria en ese momento.

En otro tema ¿les gustó la imagen? En realidad no es una de mis favoritas, pero como no encontré ninguna otra pues tuve que ponerla. ¡¡Si alguien sabe de alguna dirección que tenga imágenes sobre esta pareja que me informe! ¡O si tú tienes alguna que quieras darme para que sirva de “portada” para el fic te agradecería que la mandaras, plis, te daré el debido crédito! (A menos que quieras ser un colaborador anónimo) ¿Y qué tal el título? Según yo está como meloso y medio cursilerín, pero es que no se me ocurría ningún otro. (Otra vez yo y mis tranques)

Eso es todo, recuerden que sus críticas, comentarios, sugerencias y demás a rei01@tokyo-3.com mientras el problema del mail con Yupi se soluciona, o de lo contrario tendré que quedarme con ese mail permanentemente, pero no hay problema porque el servicio el bueno.

 

Por cierto, Slayers es de sus respectivos autores (No recuerdo el nombre, je, je) yo los estoy usando sin ánimo de lucro para todos los capítulos del fanfic, de modo que no hay problemas.

 

P.D.: tranquilos, mis notas de autor serán cortitas, sólo se alargarán en el primer y último capítulo (no me crean tanto ¿eh)

¡Claro! ¡Se me olvidaba! Los avances del capítulo 2: en la búsqueda de Sigfried, Gaudi y Ameria ya comenzaron a tener dificultades. A poco de llegar con su amiga, se enteran de un suceso extraño que ha sucedido y que tiene relación directa con los dragones dorados, por lo que deciden buscar a Philia primero.