Hazlo por ella

de Nadesiko-san

Capítulo I: " Preparando el encuentro "

 

El jardín se hallaba en su máxima belleza esa primavera. Pájaros, flores de diversos colores, rosales, pequeños árboles, algún que otro parral y demás elementos naturales decoraban la entrada del humilde, pero acogedor hogar.

Una brisa cálida y reconfortante inundaba los cinco sentidos de la mujer que se hallaba sentada en su mecedora de madera. Nuevamente, como muchas otras veces, acaricio su vientre con suma dulzura.

Sus rasgos de mujer eran algo maduros, pero ella no sobrepasaba a los treinta y cinco años de edad. Aún así ella era muy bonita. Ojos de fuego, cabellos del mismo color.

- ¿Ojos grandes y rojos, con una gran melena rubia? –pregunto al ser que estaba formándose en su interior. Años atrás jamás imaginaria estar así de melosa, pero quizás el solo hecho de ser madre la había cambiado, aunque cuando alguno de sus otros pequeñines la hacían enfadar que Cephid tenga compasión por sus dulces oídos... Cerrando sus ojos se relajo con la paz del lugar...

¡¡¡¡¡¡¡¡AAAAAAAHHHHHHHHHH!!!!!!!!

- ¡¿Qué?! ¡¿Por quien?! ¿¡Que, que paso?! –dijo finalmente levantándose de un salto y mirando con ojos saltones todo el alrededor.

- ¿¡QUE HICISTES ESTUPIDO?! ¡ERES UNA MEDUSA SIN CEREBRO! ¡HAS ROTO MI ESPADA PEDAZO DE IMBECIL! –grito roja de la furia una niña saltando de la impotencia por no poder pegar a su gemelo.

- ¿¡LLAMAS ESPADA A ESE PEDAZO DE MADERA INSERVIBLE?! ¡JA JA JA JA! –rió el niño señalando a su hermana y sobándose la panza -¡ADEMAS TE LO MERECES POR HABER ESTROPEADO MI COLECCIÓN DE INSECTOS!

Ya le parecía demasiado extraño tanta tranquilidad. Con algo de dificultad se levanto y dio la vuelta encontrándose a dos de sus tres queridos retoños, una niña y un niño de nueve años de edad y de increíble parecido, peleando, gritando y revolcándose en el pasto, como si fuera una lucha libre. La pequeña Dalila no había aguantado el enojo y con furia se había arrojado arriba de su hermanito para tratar de vengar a su querida espada. ¡Je! Que bonitos, no tenían idea de lo que les esperaba.

- ¡ESTUPIDA! ¡HISTERICA! ¡PARECES UN HOMBRE! ¡ME AVERGUENZA DECIR QUE ERES MI HERMANA!

- ¡IDIOTA SIN CEREBRO! ¡PEDASO DE MEDUSA! ¡NO SABES HACER OTRA COSA QUE ROBARME MIS GOLOSINAS! –gritaba Dalila, haciendo honor a los viejos y recontra mil usados insultos de su madre.

Lina, los escucho atentamente. ¿De quien habrán heredado ese carácter?, se preguntaba con una sonrisa. Se paro enojada con los brazos cruzados frente a los dos niños que seguían peleándose. Con tanto barullo los gemelos aún no se habían percatado de su presencia. Un aura roja comenzaba a rodear su cara, signo de que nada bueno iba a suceder...

- ¡¡¡YA VERAS VOY A CONSEGUIR UNA BABOSA Y TE LA PONDRE EN TU CAMA CUANDO ESTES DURMIENDO!!!

- ¡¡¡LLEGAS HACER ESO Y NO HABRA NADIE QUE TE SALVE!! ¿¡ENTEN...?! –pero se interrumpió, cuando se dio cuenta de una sombra muy conocida sobre ellos, alzo la cabeza comenzando a sospechar con miedo quien seria.

- ¡Y TU CREES QUE YO TE... te... te... ups... – Rui puso la misma cara de su hermana, trago saliva -... Ho,hola mamita...

- .......

- ¿He-hemos hecho algo malo? –pregunto él, viendo la cara de pocos amigos de su madre.

- .......

- ¿Ma, mamita... a, acaso te ocurre algo? –tartamudeo la niña al ver el rostro rojo de ira.

Ambos retrocedieron para comenzar la huida, pero el muro de su casa se los impidió. Sus rostros palidecieron y tapándose los cachetes esperaron el castigo de siempre.

- Vamos a ver si mis pequeños aprenden de una vez a no interrumpir el sueño de su madre –dijo entre dientes con un tono mas que amenazador.

Lo siguiente que se escucho fueron los gritos de terror de ambos niños...

 

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

 

- Papá... Entiendo que en casa se come mucho pero.... –dijo Cerín, mirando incrédula a su padre -¿No crees que es demasiado lo que llevamos?– termino señalando a los tres carros enganchados unos a los otros con comida como para un regimiento, pero que en realidad solo era para la familia Gabriev.

- Por... ¡augh! supuesto que no, ¡uf! –dijo parando un poco y acomodándose la espalda - Lo que ocurre es que hoy tenemos visitas –respondió con una sonrisa y volviendo a agarrar los carros. Cerín tomo un canasto con manzanas del carro para ayudar y volviendo a mirar a su padre pestañeo extrañada.

- ¿Visitas? ¿Qué clase de visitas?

- Unas muy importantes.

- ¿Y quienes son esas visitas?

- Ya veras.

- ¿No puedes decirme quienes son? –pregunto, comenzando a enojarse.

- Ayúdame llevando este canasto también ¿Si hija?

- ¡Pero no me respon--

- Ya basta de tanta charla y mejor prosigamos o mamá se enojara –interrumpió, apresurando el paso.

- ¡Pero papá!...¡Hum! –refunfuño –Siempre es lo mismo...

Encongiendose de hombros se apresuro en alcanzar a su padre.

 

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

 

Una mujer bastante madura cepillaba el cabello oscuro de una niña. La infante tenía en sus manos, como si fuera un entretenimiento, un brazalete con una esfera de color azul, sin duda un talismán de oráculo. La joven que peinaba a la pequeña miro a la misma. Sonrío, sí, pero triste. Le parecía tan desgraciado lo que le había tocado vivir a su "ama". Tanta soledad para ella, tanto misterio, tanta mentira. A veces no sabía que pensar de ese hombre, si lo que él estaba haciendo era bueno o malo. Pero ella no debía meterse en eso, solo hacia lo que le ordenaban. Su actuación como nodriza se limitaba a cuidar a la pequeña y rezar por su felicidad (aunque eso ella lo hacía porque quería). La mujer le guardaba un cariño especial a la infante, casi tanto como a la hermana menor que ella había perdido en su juventud. Aunque no debía demostrarlo demasiado. No vaya a hacer que en algún momento, " Cephid quiera que no " penso, ella vaya a desaparecer y la niña se haya encariñado tanto haciéndola ponerse mas triste, mas de lo que esta. Ya había sufrido mucho... demasiado.

Al final de la trenza ato un lazo rosa. Apenas termino de formar el moño un mechón rebelde salió de la cima de la cabeza de la niña. Sonrío.

- Bien ya esta, ahora si puedes verte al espejo. Dime si te gusta –hablo la mujer.

- No es necesario, si tu lo hiciste Dirian yo se que estará bien –contesto la pequeña dándose vuelta, y mirando con sus grandes pero apagados ojos zafiros a la mujer, ojos que sin duda había heredado del padre. Ella esbozo una sonrisa.

Tocaron la puerta y ambas miraron hacia esa dirección.

- Pase –ofreció la mujer. Entonces un joven de unos quince años entro y con una reverencia se dirigió a la princesita.

- Ya esta todo listo. Si usted ya se encuentra preparada en este preciso instante podemos salir.

La pequeña asintió con la cabeza. Dirian tomo la maleta de cuero y la entrego al joven guardia.

- Oye... –llamo la princesita en voz baja y algo sonrojada. El muchacho la miro - ¿Sabes si mi padre vendrá conmigo?

- Bueno... –mascullo - ¿Prometes no decir que yo te dije? –la niña asintió con entusiasmo - Pues si, lo ha decidido ayer noche.

El joven sonrío al ver los ojos de la niña llenársele de alegría. No pudiendo contener la felicidad la pequeña dama comenzó a saltar con entusiasmo. Pero al ver que ambas personas la miraban con extrañes bajo la cabeza y trato de contener esos raros impulsos que tenia de vez en cuando.

- Disculpen... –susurro.

- No se preocupe, su majestad –dijeron a la par ambos sirvientes.

La princesa dio un beso en la mejilla a la mujer y luego salió de la puerta tomada de la mano con el joven.

- Suerte Ariadna –mascullo la nodriza, con el presentimiento (o la esperanza) de que ese viaje cambiaría la vida y el futuro de "su majestad". Dejando de pensar, se dispuso a ordenar al cuarto.

 

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Habían pasado la mayoría de la mañana buscando nuevos frutos que crecieran en esa estación del año. Y la verdad era que habían recogido bastante. Para Cerín el hecho de recolectar vegetales, cazar animales y demás era una tarea de casi todos los días, de la cual ya se había acostumbrado. Pero esta vez era demasiado y se sentía muy extenuada. Aún así (y a pesar de que en su casa se comiera mucho) no entendía el porque de tanta comida.

Suspiro aliviada cuando, por fin, llego a la entrada de su casa.

- ¿Crees que los niños y mamá sigan durmiendo? –pregunto Gourry, su padre, al ver la quietud del lugar.

- No lo creo papá. Es extraño que ni Rui, ni Dalila hayan hecho de las suyas todavía. Me parece extraño el que haya tan--

- ¡¡Y QUIERO QUE TODO ESTE LIMPIO CUANDO YO VENGA DE TENDER LA ROPA!! ¡¿LES QUEDO CLARO?! –grito una voz muy conocida desde adentro de la casa. La puerta se abrió bruscamente y la madre de Cerín, Lina, salió echa una furia sosteniendo con sus manos una cubeta llena de ropa.

- ¡Je! Ya me parecía demasiado extraño el hecho de que llegaremos y mamá no este retando a esos dos –mascullo Cerín, refiriéndose a sus hermanos gemelos -¡Mamá mira lo que hemos traído!

- ¿Cerín? –Lina levanto la cabeza cuando escucho a su hija.

- Mira mamá –dijo cuando al fin llego a su lado señalando hacia atrás - Había mas, pero no cabia todo.

- Te felicito Cerín has hecho un buen trabajo pero... –levanto la cabeza para mirar por arriba de su hija - Creo que has dejado a papá solo con todo –dijo, apuntando hacia donde estaba Gourry que hacía malabares para que la comida no se caiga.

- ¡Je, je! No me di cuenta –rió, rascándose la cabeza. Comenzó ella también a colgar la ropa en el tendedero - ¿Y que es lo que han hecho Rui y Dalila esta vez?

- Uf... –se quejo - Lo de siempre, se han vuelto a pelear y encima han dejado la casa echa un desastre. Les ordene que dejen todo limpio...

- Pues tendrías que dejar de hacer tanto esfuerzo y tanta mala sangre. Estas embarazada y eso podría hacerte mal a ti y también a mi bebe –interfirió Gourry cuando llego hasta donde estaban su esposa e hija. Se dirigió hacia Lina y la beso, saludándola. Cerín se sonrojo, no le gustaba ver esas demostraciones de afecto de sus padres frente a ella.

- Hazme un favor Gourry, ve a ver si los niños están portándose bien –pidió Lina, pero no fue necesario porque Rui y Dalila aparecieron enseguida, bien tranquilitos, ambos con la cabeza gacha (además de tener las orejas rojas por el castigo).

- Pues parece que ahí vienen los arrepentidos –rió Cerín cuando los vio llegar hasta donde estaban ellos.

- ¿Terminaron de limpiar todo? –pregunto Lina con tono autoritario. Ambos respondieron un si, pero casi en un susurro - ¡No los escuche! –exclamo.

- Si mamá, ya quedo todo ordenado –respondieron ambos hermanos. Dalila tomo fuerzas para decirle algo a su mamá.

- Mamá te queríamos decir... queríamos saber...

- Vayan al grano.

- Queríamos saber... si nos dejabas i-ir a jugar al monte –pregunto al fin Rui con nerviosismo. Lina los miro enfadada. Luego a su esposo.

- Vamos Lina déjalos ir. Veras que no volverán a hacerlo ¿Verdad hijos? –pregunto Gourry.

- ¡Si papá! -contestaron al unísono.

Lina volvió a ver a Gourry, el cual solo con la mirada le pedía "Por favor". Y luego a los niños que la observaban con los ojitos esperanzados. Suspiro.

- Bien los dejo... ¡Pero la próxima vez que hagan algo ni siquiera su papá los salvara! –exclamo, pero esta vez sin tanto enojo en su voz.

Los chicos saltaron a la vez y corrieron a abrazar agradeciendo a su padre, el cual siempre los terminaba salvando.

- ¿Oigan y a mi nada que soy la que los deja? –se quejo Lina, aunque luego recibió un beso efusivo de ambos.

- ¿Cerín vienes con nosotros? –pregunto Rui a su hermana de trece años.

- ¡Si, si! –apoyo Dalila tomando la manga de la camisa de su hermana mayor. Cerín puso cara de pesadez, pero decidió aceptar.

- Ok. Voy con ustedes –dijo al fin. Los tres salieron corriendo hacia donde habían planeado.

- ¡Tengan cuidado! –grito Gourry recibiendo un "si" lejano por contestación. Luego abrazo a su esposa.

Por un momento el silencio fue el dueño de la escena...

- ¿Ya estarán por llegar verdad? –pregunto Lina

- Supongo que si... A pasado mucho tiempo...

- Tienes razón... –susurro Lina, recordando el día en que la vida de su amigo dio un giro inesperado.

- ¿Cómo piensas que estarán Zellgadis y Ariadna?

- Solo espero que bien.

- Pero si lo has invitado después de tanto tiempo a de ser por alguna razón importante.

- Pues... –metió la mano en el bolsillo de su delantal - Mira... –dijo Lina, entregándole un sobre cerrado - Lo encontré la otra vez revisando las cajas.

- Pero... –susurro leyendo lo que había escrito - ¿¡Acaso esta no es la letra de Ameria?!

- Así es Gourry, parece que ella la escribió antes de fallecer. Como si hubiese sabido lo que le pasaría.

Gourry volvió a mirar incrédulo al sobre, en el cual se podía leer claramente:

" Para Zellgadis"

 

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Agosto de 2001

Nota de la autora: ¡Hola, hola! Soy Nadesiko-san, la autora de este fanfic. Primero que todo gracias por haber llegado hasta el final del capítulo y no haberse dormido en el camino ^^U

Principalmente quisiera señalar que este fic esta dedicado (aunque no lo crean) a mi pareja favorita: Zellgadis y Ameria. Los que esperan encontrar en esta historia una especie de "Yo odio a Amelia" (relatos muy comunes entre los yanquis) solo porque ella en este fic no se encuentre con vida, que se abstengan de seguir con la lectura.

También quisiera aclarar que este fanfic no tendrá ningún contenido de tipo acción, aventuras o cosas que se le parezcan, ya que mi idea es un enfoque mas a lo sentimientos y relaciones entre los personajes de siempre y, también, a los que son de mi invención.

De ahora en mas las notas de autor solo las incluiré cuando haya algo que aclarar.

Para cualquier duda, queja, comentario, etc. pueden mandarme un e-mail. Yo no tengo ningún problema en responderlos ^_^