Capítulo 9:

Mi secreto

 

"Tú sabes mi secreto

Tú has visto la honda gruta

Donde fabrica su cristal mi sueño

Y sabes que mis lágrimas son mías,

Y sabes mi dolor, mi dolor viejo."

(Antonio Machado)

 

 

El llanto de un bebé hizo eco en las paredes del castillo.

-Es una niña ¿verdad? – dijo la joven madre a quien ni el dolor del reciente alumbramiento podían quitarle la sonrisa.

-Sí, mi señora, es una niña – respondió la chica a la que la madre había nombrado su criada de confianza y su comadrona.

Ella puso al pequeño ser recién nacido sobre el regazo de la ilusionada madre.

-Lo sabía... ¿Has visto qué ojos tan grandes tiene? – apretó a la niña contra su seno a la vez que depositaba un beso sobre su cabecita -. Lenne, por favor, ¿podrías dejarme a solas con ella?

-Sí, mi señora.

La muchacha de largo cabello negro salió del cuarto haciendo una reverencia.

La joven madre aprovechó aquel momento de intimidad para hacerle carantoñas y gestos cómicos a la pequeña. No estaba bien visto que la Reina de Zafiro perdiese su porte elegante y serio de soberana...

-Tienes los ojos preciosos – susurró después de arrancarle varias sonrisas a la recién nacida -. Tienes unos ojos verdes preciosos... Son verdes como... Como grandes esmeraldas.

Y sonrió al ocurrírsele una idea:

-Ya sé cómo te voy a llamar.

 

* * * *

 

-Algo cambiará en vuestra vidas, luchadoras mágicas, y ese cambio sólo lo conocerás tú... – le explicó Amarilis.

-¿Qué quieres decir? – preguntó Umi que empezaba a sentir cierta impaciencia.

-Deberás saber guardar bien el secreto porque de lo contrario todo volverá a su inicio... Las lágrimas volverán a ser lágrimas, los sueños volverán a ser sueños y la muerte volverá a ser muerte.

Umi estaba nerviosa.

-Pero ¿qué es lo que cambiará?

-Todo.

 

* * * *

 

El reino de Zafiro se arruinaba...

El cielo estaba cada vez más oscuro, las flores, los árboles, los animales, todo... Todo se marchitaba, se secaba y moría.

-Kreff... Mi apreciado consejero – la Reina se dirigió a él en un tono grave -. Fuiste el maestro de mi Rey y esposo y su más leal servidor.. A ti te encomiendo la vida de mis hijos: de Ferio y Esmeralda...

-Mi Reina... No iréis a...

-La muerte de mi amado Rey Zafiro está ocasionando la muerte de nuestro querido Reino... El Reino de Zafiro parece no saber sobrevivir sin su Rey y a mí no parece querer reconocerme como su Reina pues mis oraciones no causan ningún efecto en él... Kreff, mi estimado amigo, no tengo otra solución...

El hechicero la observó con una mirada triste. Aquella mujer joven, madre de dos hijos, una mujer que nació para ser amada pero que el destino la hizo enamorarse de quien no podía amar...

-Sabéis que ninguna mujer tiene poder sobre el Reino de Zafiro, que sólo un hombre, sólo el Rey Zafiro puede gobernar sobre él... Y que para que el Reino de Zafiro obedezca a vuestros ruegos deberíais... Sacrificaros al espíritu de Zafiro.

-Lo sé, y ésa es mi decisión. Te ruego, Kreff, no interfieras en ella.

 

* * * *

 

-Todo cambiará, mi querida Umi... Tanto Kreff como Hikaru y Fuu perderán sus recuerdos. Su vida pasada en Zafiro se perderá en sus mentes. Sin embargo, tales recuerdos permanecerán intactos en ti, aunque deberás aprender a ocultarlos para siempre...

-Pero... – ahora Umi se sentía muy confusa -. Si Hikaru y Fuu pierden sus recuerdos de Zafiro se olvidarán de Lantis y Ferio y ellas... Ellas están enamoradas, yo no puedo quitarles eso...

-Pero tú perderás a Kreff y el Reino de Zafiro perderá a su gurú para siempre, lo que acabará destruyendo todo el reino, llevándose consigo las vidas de Lantis y Ferio y quedando Hikaru y Fuu como tú estás ahora...

"No, no quiero este sufrimiento para ellas. Las quiero demasiado...", fue el pensamiento que cruzó la mente de Umi en ese momento.

-Entonces... Este hijo...

-Este hijo – Amarilis volvió a poner su mano sobre su vientre -, es el sucesor de Gurú Kreff... Pero para ser el sucesor de Kreff debe nacer en Zafiro y heredar allí sus poderes, si este niño nace en tu mundo nunca podrá llegar a ser su sucesor... Lo comprendes ¿verdad?

Umi se repetía una y otra vez aquellas palabras. Su hijo... Suyo y de Kreff... Si aceptaba jamás podría verlo crecer, pero Kreff estaría a su lado, serían del mismo mundo... Y Hikaru y Fuu...

-Hikaru y Fuu son mis mejores amigas, no quiero que pasen por lo que estoy pasando yo ahora... – Umi pensaba en voz alta -. Si acepto deberé ocultarlo todo para siempre... Todo... Hay tanto por ocultar...

-Deberás saberlo ocultar, Umi, de lo contrario volverás a despertar sobre esta cama llorando y con tus ropas manchadas de sangre como ahora.

Umi se las miró. Aún no se había cambiado y sabía que la sangre costaría de limpiar una vez reseca...

"La sangre de Kreff...."

-Mi hijo... – susurró Umi.

Los ojos se le humedecieron y las lágrimas comenzaron a resbalar una tras otra por sus mejillas al decir:

-Te lo entrego.

Cerró los ojos con fuerza al percibir aquella mano que presionaba contra su vientre y que parecía que se incrustaba en su interior sacándole algo y dejándola medio vacía por dentro.

-Este será mi secreto – murmuró Umi.

Pero se sentía tan vacía...

 

Finaliza en el próximo capítulo.

 

Notas de Ire:

Como ya os habréis dado cuenta en este capítulo se desarrolla también una historia que sucedió hace tiempo: es el pasado de la Reina Amarilis... Un personaje de gran importancia y uno de mis favoritos porque con ella creé la personificación de lo que es el sentimiento materno... Bueno, pero creo que me estoy yendo por las ramas jejeje...