Capítulo 3:

Dame más tiempo

 

La vida es un camino, recórrelo.

La vida es una canción, cántala.

La vida es un momento, aprécialo.

La vida es un regalo, acéptalo.

 

 

-Gurú Kreff...

-Umi... ¿Por qué sigues llamándome Gurú Kreff?

La cabeza de la joven descansaba sobre el torso desnudo del hechicero y él le acariciaba los cabellos suavemente. Sobre aquel lecho de sábanas blancas los dos podían disfrutar de la deseada intimidad que fuera de aquella mágica dimensión nunca encontrarían...

-Porque por mucho que lo quiera negar tú seguirás siendo el Gurú del reino de Zafiro...

-Umi...

-Y yo no pertenezco a este mundo, como tú tampoco perteneces a mi mundo... Somos distintos...

Kreff la rodeó con sus brazos y la apretó contra él.

-Eso no significa nada, ¿acaso ahora no estamos juntos?

Umi reprimió las lágrimas.

-¿Cuánto dura la eternidad, Gurú Kreff? – preguntó entonces la joven resiguiendo con el dedo índice la forma de la clavícula de Kreff -. Tú tienes cientos de años y sin embargo yo no te echaría más de veinte... Tú vives la eternidad dentro del mundo de Zafiro... En mi mundo la eternidad no exite...

-Ni en tu mundo ni en el mío nada es absolutamente eterno, Umi. Si me clavases una daga en el corazón me desangraría y moriría...Yo no soy eterno, lo que pasa es que el tiempo pasa más despacio por mi alma, mi pequeña luchadora.

Umi en ese momento arrastró sus brazos por detrás del cuello de Kreff y lo abrazó.

-¿Por qué noto tanta tristeza en tu corazón? –preguntó él cerrando los ojos y aspirando aquel agradable y tan familiar perfume de los cabellos azules de Umi –. Siento tus deseos de llorar en mis ojos y tu terrible ansia de gritar en mi garganta... ¿Qué es lo que guardas en tu interior que no me quieres contar, Umi?

Pero Umi lo besó entonces. Las lágrimas aparecieron sin querer en ese instante debajo de sus párpados, le había sido imposible retenerlas.

"No digas nada más, por favor, Kreff. Bésame y no digas nada más."

 

* * * *

 

-Ahora intenta relajarte. No te preocupes porque no será mucho rato, pero intenta aguantar ¿de acuerdo?

-Sí.

Umi cerró los ojos con fuerza y apretó los labios. Odiaba aquellas sesiones, odiaba que aquella enfermera de cabellos rubios le repitiese cada día el mismo discurso, odiaba aquel horrible olor a hospital y a medicamentos... Sentía en su interior unas terribles ganas de vomitar a medida que la sesión iba avanzando... Intentaba con todas sus fuerzas que en su mente apareciesen imágenes bonitas: imaginaba a Hikaru y a Fuu riendo con ella, a sus padres merendando con ella en el jardín de casa, imaginaba a Gurú Kreff acariciándola de aquella manera que sólo él sabía... Pero la angustia seguía estando ahí, no se minimizaba...

Quería preguntarle a la enfermera del pelo rubio cuánto tiempo quedaba para que finalizase la sesión, pero ni siquiera era capaz de hablar...

"Dios mío, dame más tiempo, por favor... No acabes conmigo todavía, quiero seguir viendo a Kleff, a Hikaru, a Fuu..."

-Muy bien, Umi, tu sesión de quimioterapia ha terminado por hoy. ¿Cómo te encuentras?

 

Continuará...

 

Notas de Ire:

Cada vez que leo este capítulo lo veo cada vez más trágico ¿no os parece? Sobre todo el final... Pero puede ser muy posible que una persona aparentemente tan sana y fuerte como lo es Umi pueda acabar teniendo leucemia...

Yo siempre he pensado que la vida es un regalo (de ahí el texto que he escrito al comienzo) que a su vez está formada de pequeños regalitos, algunos tan pesados, otros tan ligeros... Pero que todos deben ser aceptados vengan de donde vengan.