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Epílogo

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La figura de una mujer joven de largos cabellos negros, ataviada con una túnica color blanco que arrastraba por los suelos y una diadema con una joya azul en la frente se levantó del suelo donde estaba sentada. A sus pies había un pequeño manantial perfectamente redondo y de aguas cristalinas. En él, extrañamente, no se reflejaba la imagen de la mujer...

-Otro sacrificio por amor – susurró aquella mujer con voz queda.

-Sí, Lenne – Amarilis apareció a su lado -. Desgraciadamente así es...

-Mi señora, es horriblemente injusto, todos tenemos derecho a amar y ser amados...

-Es el destino de la realeza de Zafiro... Debemos vivir y morir para Zafiro, únicamente podemos amarlo a él, si le somos infieles él nos destruirá... Eso fue lo que le ocurrió a mi querido esposo...

-Y a vuestra hija Esmeralda.

Amarilis sintió deseos de llorar al ver que en el agua del manantial aparecía la imagen de Esmeralda, su amada hija.

-Creía que ella estaría a salvo – murmuró introduciendo su mano en aquellas aguas mágicas, como creyendo que así podría tocar a su hija...

Pero era imposible.

-Pensé que – continuó – mi sacrificio al Espíritu de Zafiro acabaría con esa egoista ley... Je, tonta de mí, lo único que logré fue hacer que ese espíritu que antaño había sido masculino se volviera femenino... Que el Reino de Zafiro que anteriormente obedecía únicamente las oraciones de un hombre, ahora sólo aceptase las de una mujer...

-El Pilar de Zafiro – adquirió Lenne.

-Sí, Lenne, el Pilar... El maldito Pilar de Zafiro. Lo único que logré con mi sacrificio fue arrastrar a mi hija y las guerreras mágicas y también a ti al hondo abismo...

-Mi señora – la interrumpió la joven doncella de cabello negro -, olvidáis que yo me ofrecí voluntariamente a acompañaros en vuestra decisión, que ofrecí mi vida junto a la vuestra al Espíritu de Zafiro porque mi destino y mi deseo es serviros y estar con vos toda la eternidad.

Amarilis la abrazó entonces con cariño.

-Lenne, si no fuera por tu amor desinteresado y tu grata compañía no sé qué haría ahora – le dio un suave beso en la frente, cerca de la piedra azul de su diadema.

En el agua del manantial apareció repentinamente la figura de Umi. Caminaba por un parque cogida de la mano de un joven algo mayor que ella, de cabellos morados y ojos azules. Los dos sonreían, se paraban cada cierto rato para abrazarse y besarse. Daban la sensación de ser muy felices.

-Kreff, el gran maestro de magia de Zafiro sonríe ahora feliz por fin siendo una persona normal y corriente, con su pensamiento y su vida fuera de Zafiro...

-Sí, pero – Lenne se inclinó sobre el manantial -, Umi tiene los ojos tristes...

-Ojalá logré olvidar pronto todo...

-¿Olvidar a esa parte de su carne?

Lenne con la mirada señaló a una bola de cristal suspendida en el aire y en cuyo interior se vislumbraba un pequeño resplandor violáceo que se hacía más grande y más pequeño al ritmo de los latidos de un corazón...

Amarilis se acercó a la bola de cristal y la abrazó.

-Es su deber, su decisión: era su destino – tenía los ojos entrecerrados y sus facciones formaban la expresión de una madre abrazando a su hijo... -. Umi... La luchadora legendaria que fue elegida como guerrera mágica al igual que Hikaru y Fuu, pero que, sin embargo, a diferencia de ellas, fue elegida para guardar un secreto: el secreto de una vida.

-Eso es demasiado triste para una muchacha tan joven... Es un sacrificio demasiado grande – añadió Lenne -. ¿Por qué no se eligió a Hikaru?

Lenne se arrodilló y colocó la palma de su mano sobre aquellas aguas haciendo aparecer la imagen de una jovencita de cabellos rojizos sujetos en una larga trenza practicando kendo.

-Ella tenía la mayor fuerza de voluntad de las tres, se hubiera convertido en el próximo Pilar de Zafiro si ella misma no lo hubiera anulado...

-Pero el destino quiso que Umi se enamorara de Gurú Kreff y que él la correspondiera, eso fue lo que hizo que Umi fuera la elegida...

Amarilis seguía abrazando la bola de cristal, fundiéndose así su propio resplandor y el de la vida que se estaba formando en el interior de aquella especie de incubadora de cristal.

-Presea – pronunció entonces Lenne.

-Presea... Ella me ha causado muchos problemas desde que se suicidó. Maldigo la hora en que rescaté su espíritu, creyendo que podría ayudarme a mí y a Umi. Confié en ella, la nombré consejera y guardiana de Umi, le di parte de mi poder para ello y ella los utilizó para perjudicarla.

El agua del manantial se agitó, borrándose el reflejo de Hikaru y apareciendo en su lugar una desesperada Presea gritando y gimiendo, aunque los gritos no se escuchaban.

-Yo te maldigo, Presea, maestra de armeros – los labios de Amarilis pronunciaban un conjuro -. Te maldigo a ser relegada al olvido para siempre por no obedecer la órdenes de tu Reina. Te maldigo a que tu cuerpo etéreo se desvanezca para siempre. No despertarás nunca más.

Repentinamente el agua volvió a su tranquilidad y quietud. Presea había desaparecido y ni en el rostro de Amarilis ni en el de Lenne se reflejaba signo alguno de preocupación o nostalgia.

En ese momento, Amarilis dejó ir de su regazo aquella bola de cristal.

-Ha llegado tu hora, mi pequeño, el Reino de Zafiro aguarda ansioso a que despiertes...

 

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FIN de la PRIMERA PARTE

 

Notas de Ire:

Como ya había aventurado capítulos más atrás, este fic que acabáis de leer titulado "Mi secreto" tiene una continuación, una segunda parte: "Duerme Secreto", una segunda parte llena de sopresas y de secretos (de secretos dentro de secretos).

Como siempre, os cito en mi e-mail: irene.fernandeza@campus.uab.es (todas vuestros comentarios serán leídos y releídos y, ¡por supuestísimo!, respondidos)

Muchísimas gracias por vuestra paciencia, a todos vosotros va dedicado este fic ^__^