Magia
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Capítulo 1: “La chica de ojos azules”
Agua... aunque no pueda
ver nada sé que estoy cerca del agua. Puedo escuchar su sonido... sonido
cálido... tibio, que me llama con cada gota que escucho. Entonces aparece a lo
lejos un manantial, de donde emana el cristalino y vital líquido. Permanezco
observándola por varios minutos. El sonido que produce al salir del manantial
es tan extraño... pareciera como si me llamara, como si me llamara con una
tremenda intensidad. Doy unos cuantos pasos, acercándome al manantial.
Poco a poco, el líquido
se va tornando de un aspecto vistoso y más vidrioso y transparente que antes.
Va adquiriendo una forma no definida, hasta que poco después se puede
distinguir perfectamente una silueta humana... una hermosa silueta femenina.
Entonces el aspecto gelatinoso desaparece, para dar paso a una hermosa y rosada
piel. Sin tocarla, puedo decir que es suave... ella abre los ojos. Son lo único
que recuerdan su origen... ya que son de un tono azul, un azul muy
transparente. Un par de gemas perdidas, con un brillo deslumbrante. Es entonces
me doy cuenta de que la chica está completamente desnuda. Contrario de toda
lógica, no me ruborizo, ni siquiera quito la mirada. Es que es tan perfecto que
no le veo nada obsceno mirarla detenidamente. Ella también me mira... de una
forma diferente claro; me mira de una forma más altanera. Como sabiendo que es
superior a mí. sin embargo, esa mirada va cambiando, convirtiéndose en una
mirada un tanto suplicante. ¿Suplicante? Sí, me mira en una súplica, como
tratando de que yo haga algo por ella. ¿podré yo hacer algo por ella? ¿Qué
podría yo hacer por ella? Trato de preguntárselo, pero las palabras se atoran
en mi garganta.
Puedo sentir el
movimiento del agua cada vez más rápido y fuerte. La chica, aunque sin pararse
desde donde está sentada, extiende levemente su mano hacia mí. al principio
dudo un poco, pero luego yo hago lo mismo. Sin embargo, no logramos
alcanzarnos. Algo dentro de mí me dice que haga el esfuerzo. Que vale la pena.
Doy un par de pasos más
hacia ella y extiendo nuevamente mi mano, ella no ha dejado de tenderme la
suya. Puedo notar entonces lo más parecido a una sonrisa, que se dibuja en sus
delicados labios.
Nuestros dedos están a
unos centímetros de encontrarse...
-¡¡¡Ryo!!!- una voz
infantil abre la puerta del cuarto, poniendo fin a la armonía- ¡¡Que te estoy
llamando desde hace varios minutos!! ¡¡Mamá dice que como no bajes a desayunar
ahora va a subir ella misma hasta aquí!!
Abre los ojos poco a
poco. ¿Ha sido todo un sueño? Es que parecía tan real. La chica... era
imposible que no estuviera allí realmente. Sacude su cabeza varias veces.
Observa el calendario, el día de hoy estaba encerrado en un círculo de color
rojo. Lo que le recuerda que hoy es...
-¡¡El día de inicio del
segundo Semestre!!- grita poniéndose en pie enseguida- ¡¡Y yo teniendo sueños
extraños!! ¡¡Precisamente hoy!!
-¡¡¡Ryo!!- se escucha
otra voz desde abajo, se escucha muy enojada- ¡¡Baja ahora!!!
-¡¡¡Ya voy mamá!!-
Una hermosa jovencita
de unos 15 años, muy sonriente, de cabellos claros y ojos de color café; está
frente a la puerta de una casa, una casa que tiene un pequeño letrero encima de
la puerta que dice en letras negras “Akiyama”. Al parecer está indecisa
sobre si llamar a la puerta. Mira su reloj, y pone una cara de que
probablemente llegue tarde hoy a la escuela. Da un suspiro de resignación,
después sonríe porque al fin y al cabo, está allí por voluntad propia. Justo
cuando se decidió a tocar, la puerta se abre precipitadamente, dando paso a un
joven, quien tiene el maletín escolar, medio abierto, en una mano y con la otra
sostiene la mitad del emparedado. Mientras que la otra mitad está aún entre sus
dientes. El muchacho debía presentar tal aspecto, que la pobre chica quedó
totalmente paralizada ante tal espectáculo. Finalmente empezó a reírse
libremente.
-¡Oh Ryo!!- dice ella
quitándole la vista- ¿Es que siempre te pones de acuerdo para hacerme reír?
-¿Mmmm?? ¡¡MMmmmm!!!-
el chico trataba de responder, pero con el pan en su boca le era imposible.
-¿Sabes qué?- le sonríe
dulcemente- mejor nos vamos ya, porque llegaremos más tarde de lo que siempre
lo hacemos...- esto último lo dijo con aire desalentador.
-Menos mal que viniste
a rescatarme, Tatsumi- dice el chico, una vez digerido su alimento- tú siempre
apareces en el momento justo.
-¿En serio piensas eso?
Creo que me halagas demasiado- suspira ella- el que pase por ti todos los días
para irnos juntos a la escuela no es gran cosa si lo vemos bien. Y si tomamos
en cuenta que lo hago porque somos vecinos y amigos desde la infancia... menos
méritos me llevo.
-Yo aprecio tu compañía
como nadie más- dice mirando hacia el cielo.
-Pero hoy se te pegaron
las sábanas ¿eh?- sonríe pícaramente- ¿demasiado interesante el sueño?
Ryo se sonrojó
levemente. ¿cómo Tatsumi podía intuir aquello? ¡Mujeres! Siempre tienen un
sexto sentido... que él respeta demasiado. De cualquier modo, no se sentía
capaz de contarle a su amiga el sueño que había tenido esa mañana. Seguro no
pararía de cargarle toda la semana. En esos asuntos era mejor quedarse callado.
Aunque ese sueño seguro y significaba algo. Puede que para la mayoría de las
personas los sueños fueran cosas triviales y sin importancia, salvo para los ancianos
o los que jugaban juegos de azar, que siempre los relacionaban con la suerte.
Pero con él era diferente. Desde muy pequeño, los sueño para él habían sido una
especie de predicciones. Hasta el más mínimo sueño tenía algún valor para él.
Lo que probablemente quisiera decir, es que hoy pasaría algo muy inesperado.
Justo cuando estaba pensando en eso... escucha lo que parece ser alguien
corriendo. Voltea hacia Tatsumi, entonces ve tres siluetas dirigiéndose hacia
él ha toda velocidad. La primera figura va corriendo más rápido y pasa por la
lado de Tatsumi y choca contra él. El golpe provoca que ambos caigan, Ryo cae
de espaldas y la otra persona cae sobre su pecho. Puede notar que es una chica.
-¡¡¿Está bien?!!-
pregunta él preocupado. La joven se levanta un poco y aleja sus cabellos del
rostros. Ryo abre los ojos de par en par. ¡¡Sus ojos!! Eran del mismo color
azul transparente que la chica del sueño. También la misma mirada perdida. La
chica le mira por unos segundos, pero enseguida reacciona, al parecer
recordando a los dos sujetos que venían detrás de ella. Sin pronunciar palabra,
se pone en pie y se va corriendo. Ryo reacciona y se detrás de la chica.
-¡¡Espera un momento!!-
dice tomando su maletín y echando a correr tras ella.
-¡¡Oye, Ryo!! ¿Adónde
crees que vas?- puede escuchar que le replica Tatsumi. No importa, luego le
explicará.
Ryo puede sentir que
detrás de él vienen los otros dos sujetos. Eso tampoco le importa mucho, porque
frente a él tiene a la chica. Cuando logra alcanzarla la toma del brazo.
-¡Espera!- le suplica
metiéndola, junto con él, en un callejón.
-¡¡¿Qué haces?!!-
pregunta ella soltándose de él- ¿Qué pretendes?
-Es que...- sería muy
difícil explicarle, de modo que opta por otra cosa- me extrañé. ¿Por qué te
persiguen esas personas?
-Mira... en serio, no
es tu asunto. No es que agradezca que me hallas metido en este callejón, pero
dudo que puedas salvarme de esta. De modo que si quieres hacerte el héroe, no
lo hagas conmigo porque podrías perder algo más que tu tiempo.
-¿Qué?- Ryo se extrañó
de verdad. ¿Por qué ella le trataba así?
La chica le miró por
unos cuantos segundos y pareció aminorar su mirada.
-Lo siento- sonríe
levemente- pero créeme que es mejor que no te metas en esto... no saldrías bien
librado.
-Es que... yo...
-Es mejor que te vayas-
le suplica.
Aunque realmente la
súplica llegó un poco tarde porque ya los dos sujetos entraron en el callejón
donde estaban ellos. Los dos estaban vestidos de negro y sus caras estaban
cubiertas de máscaras, con símbolos muy extraños. Instintivamente, Ryo se
colocó frente a la muchacha.
-¡¡No!!- se enojó ella,
aunque más era por preocupación- ¡¡Que te pueden hacer daño!!
-Miren- dice él
tratando de parecer lo más valiente
posible- no sé quienes sean ustedes o qué quieran. Pero más vale que me dejen a
mí y a la señorita en paz.
Ninguno de los dos
hombre respondió, lo que hizo más tensa aún la situación.
Ryo apretó los puños
fuertemente. Su situación no era muy buena. No podía creer que lo que
aparentaba ser un día normal, terminara en esto. Pero tenía que ayudar a la
chica. Algo le decía que tenía que hacerlo, no era el simple hecho de querer
ser un “héroe”. Ryo extendió su mano, en señal de que los hombres se
detuvieran, pero estos fueron avanzando lentamente. Aún así, Ryo no bajó su mano
ni se echó a correr, se mantuvo firme, hasta que de repente una pequeña luz
verde emanó de su mano, formando una barrera que los separaba a ambos de los
sujetos. La luz duró menos de veinte segundos, y al desaparecer, los hombre ya
no estaban. No hace falta decir que Ryo estaba más que sorprendido. Sin
embargo, aunque la chica también estaba sorprendida, ella parecía muy feliz y
no sólo porque estaban a salvo.
-¿¿Qué?? ¿Qué rayos fue
lo que hice?- murmuró él nerviosamente.
-El éter...- susurra la
joven.
-¿Qué cosa?
-Gracias- ella le da un
beso en la mejilla, que deja a Ryo asombrado. Pero no ha dejado de asombrarse,
ya que cuando termina el beso, se va con la sorpresa de que la chica ha
desaparecido, al igual que el callejón en donde se encontraba. Estaba frente a
las puertas de su escuela.
-¿Cómo fue que llegué
hasta aquí?- masculla.
-¡¡Pero hasta que al
fin te encuentro, degenerado!!- escucha la voz de Tatsumi quien está llegando
junto a él- ¿Cómo te atreviste a dejarme?
-Tatsumi, sólo dime que
la chica que estaba en el callejón... es decir, que realmente tropecé con ella
y que fui tras de ella- le dice él.
-¡¡Claro que sí! ¿Por
qué crees que vengo sola? ¡porque a mi amigo Ryo se le ocurre irse detrás de
una chica bonita y a mí dejarme varada!!- le responde ella enojada.
-Gracias- suspira él.
-¿Eh?- Tatsumi le mira
confundida. Ryo parece estar como en otro mundo.
-Cuando se lo propone
es tan tonto- piensa ella mientras le observa.
-¡¡¡Chicos!!!- un joven
alza la mano amistosamente- ¡¡Chicos aquí estoy!!
-¡Hola!- sonríe Tatsumi
al recién llegado- ¿Qué has hecho?
-Pues viendo que el día
de hoy debe de ser muy especial- dice el joven señalando a Ryo- ¡¡Por que este
ha llegado temprano a la escuela!!
-Oh, vamos Seita, no es
la gran cosa. Además, todo es obra de su servidora- sonríe triunfante.
Seita coloca su brazo
sobre el hombro de Ryo. Aunque este último parece alejado de todo. Seita
enseguida lo nota.
-¡Hey! ¿Qué te ocurre,
amigo?- pregunta mirando a Ryo.
-No... no es nada... es
sólo que....- en ese momento, la ve. Está vestida con el uniforme de su
escuela, cuya falda es de color café y la camisa de color blanco. Está entrando
por la puerta principal, sola, a diferencia de la mayoría de los estudiantes a
su lado, quienes forman grupos hablando animadamente. Ryo la observa, no hay
duda de que es la misma chica.
-Seita- Ryo detiene a
su amigo y voltea hacia él- ¿Quién es ella?
-¿Qué? ¿De quién me
hablas?- Seita voltea hacia donde está la chica y la observa por unos segundos.
Si hay alguien que conoce a todos los
estudiantes del colegio por su nombre, ése es él.
-¿Y?- se desespera Ryo-
¿Quién es ella?
-Ella es Meiko Iwamura,
es de nuestra generación- dice Seita mirando a la chica.
-¿Cómo es que nunca la
había visto antes?- pregunta Ryo.
-No es de extrañarse-
interviene Tatsumi- tú eres muy cerrado en cuanto a las amistades. No conoces
ni a la mitad de la generación, además de que no frecuentas los lugares de moda
¿cómo esperas hacer amigos, Ryo?
-Por lo que sé, Meiko
tampoco tiene una vida social activa- suspira Seita- casi no tiene amigos y si
acaso cruza palabras con alguien. Es muy callada y fría, pero imagino que ya
habrá conquistado a más de uno con esa actitud tan misteriosa... porque hay que
aceptar que la chica es bonita. Además de que dicen que sus ojos...
-...son como dos
gemas...- suspira Ryo embobado-... son tan hermosos... tan penetrantes y
profundos...
Tatsumi y Seita se
miran asombrados al escuchar las palabras de su amigo.
No hace falta describir
la felicidad que sintió Ryo al ver a la chica nuevamente. Y ni qué decir cuando
se dio cuenta de que ambos habían quedado en el mismo curso. Entró al salón
felizmente y la encontró sentada en el último puesto de la fila al lado de la
ventana.
-Y vaya que le gusta
socializar a la chica- dice Tatsumi irónicamente, ya que aunque la mayoría de
las bancas de adelante estaban desocupadas, la chica había escogido el último
asiento.
El primer día de clases
había transcurrido como cualquier otro. Los profesores dictando sus metas para
el nuevo semestre que iniciaba y dando la lista de los textos y materiales que
se requerían. Sin embargo, Ryo hacía todo esto como un acto reflejo, ya que lo
único que en verdad hacía a conciencia era voltear hacia donde se encontraba
Meiko. No podía dejar de observarla, ya que aparte de sus ojos; su piel, sus
cabellos... todo... todo en ella era perfecta. Hubo un momento en especial en
que el profesor no estaba haciendo nada en realidad, Ryo aprovechó para
contemplarla de nuevo, ella tenía su barbilla apoyada sobre su mano y observaba
por la ventana, mientras los rayos de luz iluminaban las distintas partes de su
cuerpo. Parecía un ángel, por lo menos a los ojos de Ryo.
-¡Ryo!- le llama
Tatsumi, quien estaba sentada a su lado- ¿Qué rayos te pasa?
-¿Eh?- dice él
volteándose hacia su amiga.
Ella dio un suspiro
desalentado.
-Mira... sí, es bonita,
pero tampoco para tanto. Además, si quieres ver qué puedes tener con ella, más
vale que te acerques, así de lejos no vas a conseguir nada ¿o sí? Ahora en el
receso me haces el favor de ir a hablar con ella ¿estamos de acuerdo?- le dice
ella sonriendo.
-De acuerdo Tatsu-chan,
lo que tú me digas- dice él sonrojándose levemente.
Ryo contaba los
segundos para que el receso iniciara. Cuando el timbre sonó, Meiko se levantó
rápidamente de su asiento y salió del salón.
-¡¡Ahora vamos detrás
de ella!!- dice Ryo tomando a Tatsumi y saliendo del salón.
Les tomó algo de tiempo
llegar al patio, ya que tuvieron que esperar hasta que Seita llegara con ellos.
Al llegar al patio, Ryo empezó a buscar desesperadamente a Meiko. Finalmente,
le encontró sentada a los pies de un gigantesco árbol de cerezos, estaba
concentrada leyendo un libro.
-Bien, entonces nos
veremos luego- dice despidiéndose de sus dos amigos.
-Oye...- dice Seita
observando fijamente a Ryo alejarse- ¿soy yo o él está flechado?
Tatsumi voltea hacia él
y le mira con leve enojo burlón.
-¿Sabes? Hay que ver
que los hombres son unos tontos cuando se lo proponen...
caminó lentamente hacia
Meiko. La verdad y no podía evitarlo. No podía dejar de preguntarse ¿y cómo
reaccionaría ella? Pregunta realmente difícil de responder, ya que con el poco
tiempo que llevaba de observarla, había notado que claramente era alguien de
reacciones inesperadas.
-Hola- fue lo único que
atinó a decir cuando estuvo de pie frente a ella.
Se quedó estático,
esperaba cualquier tipo de reacción de parte de ella. Pero, contrario de todas
sus especulaciones, ella alzó la mirada y, como su hubiera estado esperándola,
dejó el libro en el suelo y le hizo un movimiento, indicándole que se sentara.
-Meiko yo... yo...
quisiera saber, sobre lo de esta mañana- empezó a decir una vez estuvo sentado
frente a ella.
-Yo también- suspira
ella- a decir verdad esos tipos me perseguían exactamente por ti- sonríe ella
levemente- y lo más irónico es que luego apareciste tú y los largaste... muchas
gracias, de nuevo.
-¿Qué? Pues no fue
nada... pero la verdad pensé que tú podrías aclararme ciertas cosas...- dice
mirando a la chica seriamente- es que... yo...- entonces miró su mano y la
movió como ejercitándola-...aún no puedo creer que de allí haya salido... no
sé... esa extraña luz...
Meiko frunció el ceño
al escuchar estas palabras.
-¿Qué? ¿Me estás
diciendo que no sabes cómo lo hiciste?- pregunta extrañada.
-¿Eh? ¡¡Pues claro que
no!! ¿Y por qué me miras así? Por que no me digas que piensas que es muy normal
que de tu mano salga una luz verde ¿o sí?
La chica bajó la mirada
desesperanzada.
-¿Pero por qué te pones
así?- pregunta.
-Pero por lo menos
podrás decirme a qué Clan perteneces- dice ella mirándole de nuevo- porque
nunca te había visto en ninguna reunión y eso que he asistido a todas. Tal vez
seas de esos que no se interesan en las reuniones generales... ¿o me equivoco?
-¿Qué? ¡¡Perdóname pero
ahora sí que no sé de qué hablas!!- trata él de sonreír nerviosamente. La
mirada de Meiko se torna confundida de nuevo.
-¿Qué es lo que está
pasando aquí?- pregunta ella- ¿Cuál es tu apellido?
-Akiyama... ¿por qué lo
preguntas?
-Akiyama...- ella
cierra los ojos- pues no hay ningún clan Akiyama, no que yo lo conozca.
Entonces ¿me estás queriendo decir que eres un chico común y corriente?
-¡¡Pues como cualquier
otro!!- sonríe- ¿acaso esperas a un príncipe azul con poderes sobrenaturales?
Aunque yo podría ser ese... considerando lo ocurrido esta mañana...
-Pero estoy segura de
que eres tú- ella se acerca más a él, provocando que Ryo se incomode un poco-
¡¡¡NO puedo equivocarme!! Cuando emanó aquella luz... lo supe enseguida... ¡¡No
sabes las terribles luchas y divisiones que están ocurriendo por tu causa!! ¡¡Y
pensar que no sabías nada!!
Ryo seguía sin entender
palabra, pero había algo muy extraño porque sentía que había algo de cierto en
las palabras de Meiko. Y aunque no lo fueran, como todo adolescente, tenía la
necesidad de satisfacer la curiosidad, que le estaba matando.
-Lo siento- Meiko se
aleja de él avergonzada-...creo que te estoy abrumando con todo esto.
-No... yo... en
realidad quiero saber... saber de qué trata lo que hablas... te oyes tan
convencida que es difícil pensar que estás inventando todo; además ¿por qué lo
harías?
-¿Quieres saber todo?-
ella baja la mirada levemente- tal vez no te agrade mucho, pero creo que sí es
lo mejor. ¿Tienes tiempo después de clases?
-Sí, ¿por qué?
-Yo tal vez no conozca
mucho de esto, pero sé de alguien que nos puede ayudar a aclarar todo- dice.
-Te acompaño a donde
sea- le aclara él. Justo en ese momento, el timbre suena, indicando que el
receso ha terminado. Meiko se pone en pie en sonriente.
-¡Bien! ¡Entonces nos
reuniremos después de clases!- dice retirándose rápidamente, con el libro en
sus manos.
Meiko pasó por el lado
de Tatsumi y Seita, quienes la observaron incrédulos. Finalmente, ambos
voltearon hacia donde estaba su amigo, quien ya venía caminando hacia ellos.
-¿Y bien?- se le acerca
la chica emocionada- ¿Qué te dijo?
-Luego hablamos, vamos
al salón- sonríe el de manera triunfante.
-¿Y eso fue todo?-
pregunta ella, una vez que Ryo le hubo relatado toda la conversación con Meiko.
-Sí y por eso necesito
que me excuses con mamá- dice él de manera suplicante- por favor... es que
Meiko dice que conoce a alguien quien nos puede ayudar a descubrir todo...
-Bueno, de acuerdo, te
excusaré con tu madre, pero me tienes que prometer que te vas a cuidar- dice
ella seriamente- y que regreses a casita enterito ¿estamos?
-Estamos- le sonríe
agradecido- ¿Qué mejor amiga hay, sino tú?
-Te aseguro que ninguna
otra- sonríe orgullosa.
-No lo dudo...
En ese momento ve a
Meiko, quien está a algunos metros de ellos. Se despide de Tatsumi con un beso
en la mejilla y parte rumbo a la otra chica.
-¿Nos vamos?- dice él.
Ella siente levemente.
durante el trayecto
ambos no hablan mucho, para desaliento del joven. Ryo había esperado, que por
lo menos hubiera algo de plática, pero nada. Meiko le condujo hasta un barrio
cualquiera, lleno de edificios, callejones y niños corriendo, como cualquier
otro. Sin embargo, Ryo sintió como si un golpe fuerte de aire le hubiera dado
en el pecho, se le dificultaba respirar.
-Lo sientes ¿cierto?-
voltea Meiko hacia él- porque aunque lo aparente, éste no es un barrio común.
-¡¡Meiko-san!!- varios
niños se acercaron a ella sonriéndole- ¡¡¿Cómo estás??!! ¿Quién es tu amigo?
Ella les sonrió a todos
y cada uno, diciendo que Ryo era “un buen amigo quien pronto también estaría
entre ellos”. Él no entendió bien esto, pero optó por no preguntar nada. De
pronto, se detuvieron frente a un edificio.
-Aquí vive la persona
de la que te hablé- dice Meiko abriendo el portal principal. Subieron por el
elevador hasta el tercer piso y enseguida Meiko le llevó hasta el apartamento
B. La puerta era blanca y se diferenciaba de las otras, porque tenía un letrero
en forma de corazón que decía claramente: Natsukawa. Para sorpresa del
joven, Meiko abre la puerta sin la mayor dificultad y le indica a él que pase
también.
-¡¡Miyuki!!- Meiko deja
su maletín en el suelo al entrar- ¡¡¡Soy yo Meiko!!!
-¡¡Sí, ya he oído!!- le
responde otra voz, es femenina- ¡¡Ya va!!
Mientras tanto, Ryo
examina el apartamento detalladamente. La sala es algo espaciosa, aunque no lo
aparenta por los muebles y por los libros amontonados por todas partes. En la
mesa principal hay como tres columnas de ellos y hay hasta amontonados en el
piso. En la puerta del refrigerador puede ver un montón de papelitos y la
mayoría con la palabra “pendiente” o “urgente” en ellos. También puede notar
que, en las pocas esquinas libres de libros, hay cada adorno extraño. Puede ver
lo que parece un reloj de arena con un extraño símbolo en el centro y la arena
es de un color azul grisáceo.
-¡¡Ya estoy aquí!!- la
voz corresponde a una hermosa mujer, de cabellos cafés y ojos de un color
verde. Viste una camisa blanca, sin mangas, que deja al descubierto su ombligo
y unos pantalones cortos (corrección, en verdad muy cortos) de color celeste fuerte. Está descalza y sus
hermosos cabellos están sueltos al descuido. A decir verdad, con la apariencia
desordenada de la sala y cocina, Ryo no se hubiera esperado un mejor aspecto
del propietario. La mujer no debe tener más de 28 años y observa con extrañes a
Meiko.
-¿Y eso?- sonríe
burlonamente- ¿Un acompañante?- revisa a Ryo minuciosamente con la mirada- no
lo he visto antes ¿Quiere decir que sólo han venido a hacer una tarea de la
escuela? ¿Algo común y corriente?
-No precisamente- dice
Meiko.
-¿No? ¿Entonces quieres
que le preste mi apartamento para otra cosa?- la pregunta de la mujer, de esa
forma tan pícara, no pueden sino poner incómodos a los dos jóvenes.
-Ya te he dicho que no
es nada de eso, Miyuki-san, no seas tan apresurada en sacar conclusiones- sin
embargo, Meiko conserva la calma.
-¿No?- entonces ella
mira a Ryo de nuevo y exclama con la mayor seriedad del mundo- ¡¡Dios mío
Mei-chan!! ¡¡Si tú sabes que no me gustan menores que yo!!
-Vinimos para que nos
aclares una duda- dice Meiko apartando unos libros del sillón y sentándose, ignorando
por completo el anterior comentario de parte de Miyuki.
-¡¡Oh vamos!!- sonríe
la otra- ¡¡Era sólo una broma!! Es que he estado todo el día aburrida, tú
sabes... con las cosas que están pasando he estado haciendo recados allí y acá
y no he tenido tiempo para reírme... lamento haberlo hecho a tu costa- entonces
ella se sienta en una silla y mira sonriente a Ryo- ¡¡Vamos!! A pesar de la
primera impresión yo soy alguien normal... dentro de lo que cabe.
-Sí... digo... lo
siento... yo...
-¡¡Y medio bobo!!-
sonríe ella mirando a Meiko- ¡¡Menudo novio te viniste a conseguir!!
-No es mi novio, que te quede claro- suspira ella
tratando de no enojarse- ya te dije que vinimos hasta aquí para que nos aclares
ciertas cosas a mí y a Ryo...
-¿Así te llamas?- sonríe
volteando hacia él- ¡¡Me gusta el nombre!!
-Gracias- se sonroja
él.
-¡¡Y además eres
lindo!!- Miyuki mira hacia Meiko- pues si no es nada tuyo... ¿¿Qué le esperas??
Meiko lanzó un suspiro
de resignación. Ya sabía ella que no se libraría de algunas de esas escenitas
de parte de Miyuki, quien tenía esa gran virtud, si se le podía llamar así.
-Bueno, ya está bien...
¿Qué es lo que quieren saber?- le pregunta a ambos, pero Ryo está algo
nervioso, por lo que Meiko se decide a responder. Ella procede a contarle lo
ocurrido en la mañana, entonces el semblante de Miyuki se va tornando más
serio. Cuando la chica termina su relato, Miyuki se pone en pie y camina hacia
Ryo.
-¿Podrá ser?- se
pregunta mirando al chico entre desconcertada y feliz.
-Su apellido es Akiyama
¿conoces a alguien relacionado?- pregunta Meiko.
Al parecer, “Akiyama”
surtió un efecto electrizante en Miyuki.
-¿Akiyama?- volteó
hacia Ryo- ¿Eres un Akiyama? Ahora que te veo bien... sí... sus mismos ojos...
su facciones... ¡¡Dios Mío!! ¿Cómo se llama tu padre? ¿Y tu madre?
-Mi madre se llama
Hotaru Yagami y mi padre se llama Keitaro Akiyama, o se llamaba, porque murió
cuando yo era muy pequeño.
-¿Keitaro Akiyama?-
Miyuki se sobresaltó al escuchar ese nombre. En cuestión de segundos, sus ojos
se llenaron de lágrimas y abrazó fuertemente a Ryo. Éste no sabía nada, aquella
mujer le estaba abrazando muy acongojada ¿por qué sería? Meiko también parecía
muy sorprendida.
-¿Conoces a sus
padres?- le pregunta.
-Sí... espérenme un
momento, enseguida regreso...- dice ella secándose las lágrimas un rato.
-¿Qué crees que le
pasó?- preguntó Ryo sorprendido.
-No lo sé... pero al
parecer tiene que ver con tu padre- concluye Meiko- cuando lo oyó nombrar se
puso muy mal... ¿le habrá conocido?
A los pocos minutos Miyuki
regresó. Estaba vestida con un deslumbrante vestido rojo, sin mangas que le
llegaba un poco arriba de las rodillas. Sus cabellos se los había recogido en
una hermosa trenza.
-Bien, Ryo vamos a
casa. Creo que tengo que hablar con Hotaru-san ahora mismo- dice ella con
mirada firme, como diciendo que no aceptará un no como respuesta.
-¿Conoce a mi madre?
-Digamos que es una
vieja conocida- dice ella tomando su bolso y volteándose- ¡¡Miyo!! ¡¡Natsu!!
¡¡Vengan aquí que no pueden quedarse solos!!
Al llamado acudieron
dos pequeños roedores. Ryo había visto unas fotos de ellos en alguna clase de
ciencias, eran hurones; uno era de color crema, sólo con un círculo de color
café en la pata derecha y el otro era completamente negro y la punta de la cola
blanca. Miyuki sonrió e hizo un gesto con las manos, al momento que los dos
animalitos brincaban sobre ella y quedaban instalados uno en cada hombro.
-Mira Ryo, te presento
a los chicos de mi vida. Éste es Miyu- señala al blanco- y éste otro es Natsu-
señala al negro- me los gané en una feria, je,je y me los traje a vivir
conmigo. El nombre Miyu proviene de las dos primeras sílabas de mi nombre (Miyuki)
y el de Natsu de las dos primeras de mi apellido (Natsukawa) ¿original
no?
-Sí... supongo- sonríe
él a los dos animalitos.
-Le cuenta esa historia
a todos los que vienen a esta casa, imaginé que tú no serías la excepción-
sonríe Meiko tomando en sus manos a Natsu.
-Ya había oído que los
hurones son excelentes mascotas- dice Ryo cargando a Miyu.
El convertible rojo de
Miyuki era realmente impresionante, por lo que Ryo dedujo que debía de tener un
muy buen trabajo. De todas formas, no pudo contener las ganas de preguntar.
-Discuple, Miyuki-san
pero ¿de qué trabaja usted?- dice acercándose hasta ella, ya que él iba en el
asiento de atrás; mientras que Meiko ocupaba el asiento del copiloto.
-¡¡Vamos con confianza
desde ahora!!- sonríe ella- ¡¡Así que trátame de tú o me pondré en verdad
disgustada!! Y mi trabajo... pues en realidad no es la gran cosa, es lo que
siempre digo; todas las comodidades me las paga el Concilio...
-¿Concilio?- pregunta
él, confundido.
-Pronto lo sabrás-
suspira Meiko, jugando con Miyu y Natsu. El viento movía sus cabellos... a Ryo
le parecía muy hermosa en verdad. Entonces pudo sentir la presencia del agua de
nuevo. Era la misma extraña sensación que había tenido en su sueño, hacía
algunas horas antes.
-Es bonita ¿no?- le
dijo Miyuki en voz baja.
-Oh... sí que lo es...-
suspira él.
Miyuki iba a agregar
algo más, pero prefirió abstenerse de comentarios y sólo lanzar una leve
risita.
-¡¡Mamá!!- llama Ryo
entrando a su casa- ¡¡Ya llegué!! ¡Y traje a dos amigas!
-¡¡Ya te oímos!!-
responde su hermanita saliendo a la sala. La niña examina a Meiko y Miyuki por
unos segundos- ¡¡¿Y las dos son tus novias?!!
-¡¡Cállate Sayuri!!- se
enoja (y sonroja) Ryo- Tú sólo ve y llama a mamá...
La niña iba a
obedecerle, pero justo en ese momento Natsu brincó de las manos de Meiko y
aterrizó casi a los pies de la niña. A los pocos segundos Miyu hizo lo mismo.
Sayuri quedó asombrada.
-¡¡Guau!!- se agachó
hasta los dos hurones- ¡¡Son muy lindos!!
-Se llaman Miyu y
Natsu- sonríe Miyuki. Los dos hurones solían ser muy amigables, sobre todo con
los niños.
-Sí, muy bonitos,
Sayuri, ¿ahora podrías avisarle a mamá?- pregunta Ryo desesperado, ya que
sentía que estaba tan cerca de descubrir de qué trataba todo ese asunto... y su
hermana de diez años se pusiera a jugar con los hurones.
-¿Qué es lo que ocurre,
hijo?- la señora Hotaru salió de entre las sombras.
-Mamá- Ryo sonrió levemente-
es que…
-Mucho gusto, Sra.
Hotaru- sonríe Meiko haciendo una pequeña reverencia- soy compañera de su hijo
en la escuela… en realidad estamos aquí porque al parecer nuestra amiga Miyuki
y usted se conocen.
-¿Eh?- Hotaru mira a
Meiko un poco confundida- ¿Miyuki? Creo que está equivocada, que yo sepa no
conozco a ninguna Miyuki…
-Es que hace mucho
tiempo que no nos vemos, Hotaru-san… pero soy yo…
Hotaru observó
detenidamente a Miyuki. Primero con desconfianza, luego con más detenimiento,
hasta que finalmente pareció reconocerla. Claro que la reacción no era la que
esperaban ni Ryo o Meiko. Ellos esperaban que Hotaru se alegrara y abrazara a
Miyuki, o por lo menos le sonriera, después de no verse por tanto tiempo como
afirmaba Miyuki, sería lógico deducir aquello. Pero, por el contrario, Hotaru
abrió los ojos de par en par y en su rostro se dejó reflejar un espanto
increíble.
-¿Mamá?- le llamó Ryo
confundido por la reacción de su madre.
-¡¡Dios Mío!!- exclamó
Hotaru- ¡¡¿Acaso eres ella??!! ¡¡Eres la niña que me ayudó a salir de…-
entonces calló al notar que estaba en la presencia de sus hijos.
-¿Quien le ayudó a
salir del Concilio? Sí... soy yo... ¿Por qué tiene miedo de decirlo?- Miyuki
observó a Ryo y Sayuri- oh… ya comprendo… huyó y no le contó nada a ellos. No
puedo criticarla por eso..
-…-Hotaru bajó la
mirada súbitamente, como si recordara alguna culpa pasada.
-Sí… estoy aquí por lo
que está pensando- Miyuki alza la vista- la verdad hacía ya mucho tiempo... ni
recordaba lo ocurrido. Después de todo tenía como quince años... era una
jovencita atolondrada. Pero a pesar de todo ya participaba activamente con los
del Concilio. Cuando ocurrió la fragmentación... mis padres me prohibieron
desde el primer momento meterme en esos asuntos. Pero yo siempre les creí...
siempre te di la razón a ti y a Keitaro, yo siempre supe que la verdad estaba
con ustedes. Por eso te ayudé a escapar aquella vez... tras la lamentable
muerte de Keitaro era lo menos que podía hacer. nadie nunca lo supo y por eso
rompí todo contacto contigo después de que escaparas, para que nadie jamás
sospechara siquiera... espero que me perdones...
-Yo sé perfectamente
las consecuencias si se hubieran enterado que tú me diste auxilio y me ayudaste
a escapar... pero siempre pensé que tendría que estar huyendo de ciudad y
ciudad. ¿Cómo hiciste para que ya no me buscaran?- pregunta Hotaru extrañada.
-Eso sí que no podría
contestarle... la verdad ni yo misma lo sé. Con el paso de los meses el asunto
se fue enfriando y poco a poco lo olvidaron...
-...claro... su
principal objetivo, matar a Keitaro, ya había sido cumplido- Hotaru cierra los
ojos al pronunciar esto.
-Le confesaré que jamás
pensé en volver a verla. Para ese entonces Ryo era sólo un niño de escasos
cinco años de vida, creo que aún no los cumplía del todo- Miyuki sonríe mirando
a Ryo- supe que Keitaro era su padre por el gran parecido ¿no le parece?
-Sí... se parecen
mucho.- sonríe Hotaru, parece feliz pero al mismo tiempo nostálgica al evocar
esos recuerdos.
-Siempre supe que tu
hijo era uno de los elementos buscados... pero jamás llegué a pensar que sería
uno de los cuatro principales- suspira Miyuki mirando a Hotaru con picardía-
pero imagino que tú lo sabías todo este tiempo. Lo tenía muy bien escondidito
¿no?
-Supongo- sonríe ella
satisfecha- pero no lo oculté... en realidad no tenía ya a nadie a quien
contárselo. Además, no sé que tenga que importar eso justo ahora...
Miyuki dio un suspiro,
para después soltar una risa mezclada con un leve gemido de tristeza.
-¡¡Oh Hotaru-san!! ¡¡Si
supieras las cosas que han ocurrido en el Concilio los últimos meses!!
-¿Qué quiere decir?- en
ese momento Hotaru miró a sus hijos. Dio un suspiro profundo y les dijo lo más
seria que pudo- vayan afuera.
Sayuri obedeció sin
chistar, tal vez la conversación ya la estaba aburriendo. Ryo, por su parte,
permaneció dudoso unos segundos. Al parecer, su madre y Miyuki sí que se
conocían bien. Parecía que tenían un pasado en común. Pero, en vez de responder
a sus dudas, le creaban más. ¿Qué había pasado hacía ya más de diez años? ¿Por
qué su madre había tenido que huir? ¿Qué había pasado con su padre? ¿Qué era
ese Concilio del que tanto hablaban?
-Ryo...- le llamó
Meiko, devolviéndole a la realidad- mejor vamos afuera...
el chico le siguió en
silencio, cerrando la puerta tras de sí.
-Bien- preguntó Hotaru
al momento que sus hijos se hubieran retirado- ¿Qué es lo que está pasando
exactamente?
-Imagino que conoces
bien la leyenda de los “tiempos de cambio”. Se decía que el Concilio pasaría
por un estado de fragmentación muy fuerte... para luego unirse y ser más puro.
Que para inclinar la balanza y lograr la purificación se necesitaban a los
“elementales” o algo así... bien los Jefes Supremos... ellos creen que están en
ese proceso de fragmentación-erradicación-purificación. Por eso surgió de nuevo
la leyenda de los elementales. Como sabes... los cuatro principales: Fuego,
Tierra, Agua y Viento. Aún no los hemos encontrado a todos... sólo a uno: Agua.
En realidad creo que deberías dejar que Ryo...
-...sí, entiendo todo
lo que dices. Sé las consecuencias que podrían ocurrir si el concilio no pasara
por esa etapa de purificación. Pero no voy a dar a mi hijo como conejillo de
indias... ya mataron a mi esposo, Miyuki... no quiero que me arrebaten a mi
hijo...
Miyuki guardó silencio.
Miró a Hotaru... ¡¡Cuánta tristeza había en su rostro!! ¿En verdad sería justo
que ella diera a su hijo? ¿Y si todo esto fallaba? Hotaru habría perdido a otro
ser querido. Pero Hotaru conocía las consecuencias... las conocía demasiado
bien. Por eso Miyuki confiaba en que tomaría la mejor decisión para todos.
-Si aceptas, yo misma
me encargaría de él. Jamás tendrías una queja, sabes que soy de confianza-
agregó Miyuki, tratando de inclinar positivamente la decisión de la mujer.
-Escogí la mejor
decisión...- dice Hotaru sentándose y cerrando los ojos.
-¿Sí? ¿Qué has
decidido?
-¿De qué tanto hablan?-
se preguntaba Ryo- ¡¡No entendía nada!! Sobre todo lo de mi padre... mamá me
dijo que había muerto en un accidente automovilístico antes de que Sayuri
naciera. Pero por lo que hablan dudo que haya sido así...
-Tal vez murió... pero
en otro tipo de accidente...- murmura Meiko.
-¿Qué?
-No debo ser yo la que
hable cosas indebidas- suspira ella- mejor dejemos que ellas nos aclaren todo
¿te parece?
-Ryo- Miyuki abre la
puerta- entra que tu madre quiere hablar contigo.
Ryo entra, al igual que
Sayuri. Meiko se dispone a seguirlos, pero un escalofrío le recorre la espalda,
haciendo que se voltee bruscamente. Miyuki lo nota y se extraña, pero prefiere
no comentar.
-Meiko ¿no vas a
entrar?- le pregunta sutilmente.
-¿Eh?- la chica se
voltea hacia su amiga- sí... es que... de repente sentí... no sé. Vamos a
entrar...
desde la azotea de un
edificio, dos figuras observaban a Ryo y Meiko.
-¿Y? ¿Entramos hasta la
casa?- pregunta una de las figuras.
-No- responde la otra
secamente.
-Pero ¿por qué no?- se
oye fastidiada.
-Por que ya no será
necesario- le contesta a manera de orden, con una gran seguridad.
-¿Y por qué no?-
insiste la otra figura.
-Por que él vendrá
directo hasta nosotros...
CONTINUARÁ...
Notas de
Autora: bien, bien... otro intento de historia inédita. Es que estoy traumada
con las temáticas de todo lo que tiene que ver con Hechicería y demás. De modo
que me verán en eso por un buen rato... hasta que se me pase, je,je.
¿Enredada
la trama? Todo se aclara (por lo menos un poco) en el capítulo dos. Los demás
personajes irán apareciendo poco a poco.
Va
dedicado a Rosy, porque a ella le encantan las historias inéditas... y escribe
varias de ellas. ¿sabes chica? Creo que tú me inspiraste a escribir una. Y
Akriel, porque veo que también te gustan. (“Chica, me hubieras dicho desde un
principio...”)
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