El Quinto.

Por: Andrea Cervantes.

Prólogo.

 

 

 

Lo presiento … ya es el momento, mi hora ha llegado, Tabriz se ha ido para siempre, sin cumplir su misión. Eso no me duele, pero sí significa algo para mí, ya no hay más ángeles que den su mensaje de alerta a la humanidad, mi Señor ha comprendido que los humanos, lejos de entender el mensaje de los ángeles han decidido hacerles frente. Y lo han hecho bien, incluso los han derrotado a todos y tienen a uno bajo su poder.

Mi Señor se ha dado cuenta, muy tarde, que su creación se le está saliendo de control, los humanos quieren estar a su altura, creen que no hay nadie superior a ellos, y se equivocan.

Los humanos son una especie peligrosa y eminentemente destructiva, pero su eliminación no es la solución, sólo atraería un nuevo comienzo… otra vez lo mismo. He hablado con mi Señor sobre esto y me ha dado una oportunidad, daré mi mensaje a los humanos, si lo entienden y cambian se salvarán de su eliminación, de lo contrario lo que ellos denominan “impacto” sucederá, y nadie podrá evitarlo.

Pero para poder enviar mi mensaje primero debo convertirme en uno de ellos.

Mi Señor me manda a Tokio-3 para dar el mensaje desde allí. Alza su mano y la coloca sobre mí, siento que mi ser se materializa y cierro mis ojos. Al abrirlos nuevamente me encuentro en medio de una bulliciosa cuidad que imagino debe ser Tokio-3.

Escucho una voz en mi mente, es mi Señor el que me habla.

“Ya sabes cuál es tu misión, pero debo probar a la humanidad nuevamente, por eso enviaré a los Apóstoles” escucho y me quedo helada.

¿Los Apóstoles? ¡¡Eso sería muerte segura!!, ellos no son como los ángeles que actúan por instinto, ellos piensan, analizan y son seres demasiado superiores, están casi a la altura de mi Señor. Su solo nombre me hace temblar.

El que mi Señor enviara sólo a un Apóstol significaría la muerte de la humanidad en cuestión de segundos.

“No te preocupes” vuelvo a escuchar en mi mente “tú misma te encargarás de combatirlos y dotarás de esos poderes a los humanos”.

Es lo último que escucho de mi Señor, entonces siento que tocan mi hombro y me volteo, me encuentro con un sonriente humano rubio de ojos azules porta un uniforme que tiene una insignia que dice: NERV. Lo miro detenidamente, el humano me dice.

-Tú eres ¿no?, ven conmigo, el Sr. Ikari te solicita en la estación ahora…

Sé que esto es obra de mi Señor y sonrío levemente, el humano me toma del brazo y me conduce hasta un auto, en donde dos mujeres lo esperan. Una es rubia y porta una bata blanca, la otra tiene el cabello obscuro se puede leer “Katsuragi” en su manga derecha.

-Te esperábamos- me dice la rubia.

 

CONTINUARÁ…

 

Nota:

Hola, ¿está entendible eso de allá arriba? Espero que sí, la verdad es que le saqué la idea a mi prima del título para la historia. Bueno, sé que hasta ahora se estarán preguntando muchas cosas ya que como ven está narrado en primera persona. Como ven quien narra mencionada muchas veces “Mi Señor” ¿y quién es su señor? Se preguntarán. Pues eso se los dejo de tarea ^_^

Bueno, no tenía idea de seguir con esta historia pero si recibo bastantes correos para que siga con esto pues lo haré ya que veo feo dejarlo así como una historia corta.

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Andrea Cervantes