CAPÍTULO XXXVII:
¿ESTAMOS EN CASA?
Gendo Ikari estaba desayunando
mientras conversaba con Yui -me parece que hoy va a ser un día especial ¿no
crees?-.
-Desde que desaparecieron los niños
nada ha sido igual- le respondió con un suspiro.
-Vamos, vamos, sólo han pasado dos
días desde que desaparecieron en la excursión-.
-Para mí es como si hubieran pasado
dos años-.
Gendo se levantó de la mesa y se
acercó a Yui. La cogió de la mano mirándola fijamente a los ojos -piensa que se
habrán perdido por el monte y no habrán podido encontrar el camino a casa...-.
-¿Y si les ha pasado algo?- susurró
temblando -no podría soportar el perder a los dos únicos seres que me
quedan...-.
Ambos se abrazaron -no te preocupes,
Toji estuvo en varios cursos de supervivencia y se las apañaran- y con una gran
sonrisa en la cara -puede incluso que se lo tomen como una pequeña acampada-.
-Gracias Gendo, no sé que hubiera
hecho si tú no hubieras estado a mi lado en estos momentos- devolviéndole la
sonrisa -gracias también por dejarme quedar en tu casa, la mía se me hace muy
grande sin la presencia de Rei...-.
-Bueno mujer, ya sabes que Rei es
para mí como una hija desde que perdió a su padre-.
Yui miró un momento su reloj -rápido
Gendo, vas a llegar tarde al periódico, y tienes que ver si hay alguna noticia
de ellos-.
-¡Tienes razón!-.
Se puso a toda prisa la chaqueta del
traje y por rutina le dio un beso de despedida a Yui mientras salía por la
puerta. Yui se quedó sorprendida por el beso y lo observó tiernamente mientras
se alejaba corriendo por el pasillo de las escaleras -seguro que no se ha dado
cuenta de lo que ha hecho- pensó al tiempo que cerraba la puerta.
Una explosión asustó a unos pájaros
que descansaban en unos cables eléctricos y atrajo la atención de los
campesinos de los alrededores.
-¿Qué podrá ser eso?- preguntó uno.
-Puede ser la caída de un meteorito,
últimamente han caido muchos por la zona de Tokyo y Yokohama-.
-Vayamos a ver, dicen que algunos de
estos meteoritos son de oro-.
-¡¡ORO!!- exclamaron todos a la vez.
-Sí, una vez lo vi en el
telediario...- no siguió porque se dio cuenta que los cuatro compañeros ya
estaban corriendo hacia el lugar de los hechos.
En un pequeño crater se encontraban
cuatro chicos inconscientes, dos chicas y dos chicos. Tres de ellos vestían un
mono ajustado y el cuarto vestía con ropas normales.
El primero en despertarse fue Toji.
Se levantó con dificultad y se sacudió la cabeza -¿dónde estamos?-.
Se dirigió hacia sus compañeros y
empezó a reanimarlos -vamos Shinji, ya es hora de levantarse-.
Mientras ayudaba a Rei, Shinji se
levantó despacio y miró a su alrededor -¿dónde estamos?-.
-Eso mismo me gustaría saber a mí-
contestó Toji al tiempo que ayudaba a levantar a Rei -despierta a Asuka
mientras salgo de este agujero y me situo-.
Shinji se acercó a Asuka y murmuró
en su oído -Asuuuuka, buenos días-.
Asuka gruñó algo en alemán y se giró
en la tierra. Shinji al ver que no conseguía nada se le ocurrió una idea.
Hecho su pelo hacia un lado y
comenzó a acariciar el lóbulo de su oreja. La reacción no se hizo esperar, y
Asuka dio un pequeño gemido al tiempo que abría los ojos.
-Shinji- acertó a decir -todavía no
tenemos que ir a las instalaciones de NERV-.
-Vamos dormilona, hemos llegado a
nuestro mundo-.
-¡¡¿QUÉEEEE?!!- se incorporó de
inmediato -¿eres idiota kinder? ¿por qué no me lo dijiste antes?-.
-Asuka, no estoy seguro, pero creo
que es nuestra Tierra-.
Asuka se puso de pie al instante con
los brazos en jarras -¿qué quieres decir con que no estás seguro? eres un
inútil Shinji...-.
Un sonoro tortazo corto la frase a
la mitad. Shinji había golpeado a Asuka y esta le miraba sorprendida -Asuka-
empezó a decir Shinji -te prometí estar siempre a tu lado...- bajó la cabeza
Shinji -...y siempre lo estaré, pero debes saber que soy un ser humano. Aunque
no lo creas, todo lo que dices de mí me duele. Me merezco un respeto que creo
que me gané a conciencia en el otro mundo. Si no estás dispuesta a dar nada,
aunque me duela mucho porque te quiero, romperé mi promesa-.
Asuka se había quedado de una pieza,
sin nada que decir. Al cabo de unos segundos reaccionó y tambaleándose se
acercó a Shinji cogiéndole de la mano.
-Creo que esto es un "sí"-
sonrió Shinji.
Toji se acercó al borde del cráter
-¡rápido subir aquí! ¡no os lo vais a creer!-.
Shinji y las dos chicas subieron
torpemente hasta el borde y salieron a campo abierto. Se encontraban en una
pequeña meseta rodeada por una densa arboleda excepto por un lado, el cual daba
a una gran ciudad muy parecida a Neo-Tokyo-3 pero cerca del mar.
-¿Crees que la explosión hizo que la
ciudad se comunicara con el mar?- preguntó Rei.
-Según lo poco que estudie de ese
mundo, Neo-Tokyo-3 estaba rodeado de cuatro lagos. Una explosión de tal
magnitud debería haber abierto un canal hacia el mar- contestó Asuka.
-Yo creo que es nuestro Tokyo- dijo
Shinji mientras comenzaba a andar colina abajo -¡venga! no podemos quedarnos
todo el santo día de mirones-.
En el momento que empezaban a bajar
hacia el valle, cinco hombres les interceptaron el paso.
-¡Chicos!- les gritó uno de ellos
-¿habéis visto algún meteorito caer cerca de aquí?-.
-Pues la verdad es que no- contestó
Toji.
-¿No habéis oído la explosión?-
replicó otro.
Asuka ató cabos -sí, la hemos oído,
estábamos de excursión comiendo la merienda cuando sucedió, vamos de camino a
la comisaría a denunciar lo ocurrido...-.
-¿A denunciar?- exlamó extrañado uno
de ellos -a lo mejor se quieren quedar con el oro-.
Una mueca avariciosa se puso de
manifiesto en sus caras. Shinji y Toji se pusieron delante de las chicas
-¿visteis alguno de vosotros cinco el meteorito del que habláis?- se atrevió
Toji.
Sus rostros cambiaron al instante
por una cara de sorpresa -pues la verdad que yo no vi nada- dijo uno de ellos.
-Yo sólo oí la explosión- confesó
otro.
-En fin, tanto meteorito, tanto
meteorito y ninguno de vosotros ha sido capaz de verlo- regaño Shinji a los
cinco campesinos.
-¿No habéis pensado que pueda ser
una bomba?- sonrió triunfal Asuka a los paletos -últimamente he escuchado de
muchas sectas que pregonan el fin del mundo y usan armas químicas-.
Las expresiones mudaron ahora una
clara expresión de horror -sí, será mejor avisar a la policía-.
Montaron todos en los dos coches y
se dirigieron hacia la ciudad. Los cuatro chicos iban montados todos juntos
porque Shinji y Toji no se fiaban de esos hombres, por lo que cuando vieron una
señal indicativa en la entrada a la autopista, todos soltaron un suspiro de
alivio.
Yui Ayanami estaba preparando la
cena en la casa de Gendo cuando el teléfono sonó. Se sobresaltó y un plato cayó
al suelo -mal presagio- pensó. Fue corriendo al aparato y descolgó.
-¿Diga?-.
-¿Gendo? ¿Gendo Ikari?- contestó una
voz.
-En este momento no está, se
encuentra en el trabajo-.
-Ya, ¿y con quién hablo por favor?-.
-Soy Yui Ayanami...-.
-¡¡¡MAMA!!! ¡¡SOY YO!! ¡¡SHINJI!!-.
De la impresión recibida Yui se
desmayó dejando caer el auricular mientras se oía -¿estás bien? ¿qué
ocurre?...-.
Yui se despertó en la habitación de
invitados que ella usó en esos dos días. Todo estaba a oscuras y las persianas
estaban cerradas -debió haber sido un sueño- discurrió mientras se levantaba de
su futón -un momento, no llevó mi camisón, si no mi bata de estar por casa-.
Sin perder un instante, se puso de
pie y abrió la puerta de su habitación. Un agradable olor salía del comedor -té
con limón y miel- dedujo. Se acercó temblando al comedor con miedo de que todo
fuera un mal sueño.
Se asomó a la puerta y sus ojos se
llenaron de lágrimas. Su hijo Shinji Ikari y su hija Rei Ayanami estaban
tomando un té y charlando animadamente.
-¿Shinji? ¿Rei?-.
Los chicos se levantaron de la mesa
-hola mama, ya has despertado-.
Yui se avalanzó llorando de alegría
y los abrazó. Después de unos instantes, ya más tranquilos todos -debo llamar a
tu padre, él no sabe nada-.
Dos horas más tarde llegaba Gendo
Ikari como un vendaval a su casa corriendo como un loco -¡Shinji! ¡Rei! ¡¿dónde
estáis?!-. Entró en el comedor donde le estaban esperando.
Se acercó a ellos, pero los chicos
evitaron el abrazo.
-¿Qué... qué pasa?- se sorprendió
Gendo.
-¿Eres su padre?- preguntó Rei con
cierta aprensión.
-¡Que tontería! ¿quién si no iba a
ser?-.
Ambos estudiaron su rostro. Lo único
que encontraron fue paz y alegría. De repente Shinji y Rei se abalanzaron sobre
él -te hemos echado tanto de menos-.
-Tranquilos, ya estáis en casa-.
-Sí, ya estamos en casa- murmuraron
los dos.
FIN..........................................................................................¿o
no?...