Almas Solitarias.
Por: Marissa Cervantes
Sigue caminando, aunque no sabe a dónde, no puede
ver nada, sólo las tinieblas y el silencio lo acompañan aquella noche. Ya no hay más nada que él pueda hacer, lo ha
perdido todo, en un segundo, por dos palabras… todo se ha perdido para él, ya
nada existe o tiene valor, ya nada vale la pena.
Se detiene en seco y se encuentra con otro par de
ojos que lloran, al igual que él y por la misma causa. Ella también lo ha
perdido, por dos palabras… que significaron más allá que una simple frase… por
dos palabras ella también había perdido su sonrisa, la ha escondido en un lugar
recóndito de su mente, bajo llave. No le gusta verla triste, verla llorar…… por
aquel que también le arrebató su felicidad al lado de quien más amaba.
Pero no pudo sentir odio, no porque no lo sintiera,
simplemente ya su corazón no podía acumular más odio hacia él. Se sentó en el
piso frío ignorando el gemido de su compañera. Entonces empezó a recordar.
Recordó que la primera vez que había llegado a Nerima era buscando
venganza, pero él lo había vencido, se notaba la diferencia de poderes entre
uno y otro. En ese entonces su odio se incrementó más. Con el tiempo la
diferencia entre ambos se haría más grande, él siempre fue el mejor, no porque
fuera más poderoso, pero era más astuto. Pero no todo había sido malo, ya que
gracias a él la conoció, y desde ese instante su vida tomó un sentido más real
y humano. Él la amaba con todas sus fuerzas, y no dudaba que ese sentimiento
fuera correspondido; era demasiado pedir. Fue feliz… gracias a ella… y ahora
sufría… por ella… porque ese amor ni ahora ni nunca le pertenecía, sería de él…
de Ranma.
La chica notó cómo una lágrima solitaria corrió por
la mejilla del chico, entonces se sentó a su lado. Aunque aún estaba triste, se
notaba que él estaba peor; la amaba, realmente amaba a esa chica que nunca supo
interpretar aquellas sonrisas y favores que él hacía… por ella ¡¡qué cruel!!,
Pero ¿y dónde quedaba ella?, también sufría, porque desde que él pronunció esas
dos palabras su mundo se derrumbó y su corazón ya no tenía una razón por la
cual latir. ¡¡Eso también era cruel!!, sin embargo se culpaba a sí misma por
sufrir ya que desde hacía mucho antes algo muy dentro de su corazón le decía
que él no la amaba, este presentimiento se agrandaba más cuando él le decía:
“para eso somos amigos, ¿no?”, ella lo había escuchado de su boca miles de
veces, ella sólo estaría en su vida como eso, su amiga; ya que ese amor que ella y otras dos se
disputaban sólo le pertenecía a una chica… a ella… a Akane.
Él seguía llorando, no podía contenerse del rencor
que sentía contra Ranma, le había ganado, pero esta vez no era en una pelea… en
algo que podía darle revancha, no le había ganado el corazón de la chica que
amaba, de Akane. ¡¡Aún no podía creerlo!!, él la trababa mucho mejor que Ranma,
no se burlaba de su comida e incluso la defendía de los insultos de Ranma. A
pesar de todo, ella no lo había escogido a él… esto lo hizo enfadar más.
Ella no podía sentir el llanto silencioso de su
compañero, porque se perdían entre los de ella. Su llanto era amargo, porque
sabía que era mucho más bonita que Akane, cocinaba mejor que ella, era más
femenina, más dulce y amable… era… mucho más mujer que Akane, pero eso a Ranma
no le importó. Ella era mejor que Akane, no había ninguna duda, pero en el
corazón de Ranma, Akane salió victoriosa.
Entonces ambos alzaron la mirada y se miraron
fijamente. Pasaron varios minutos mirándose fijamente, buscando respuestas.
¿Por qué sufrían tanto?, ambos tenían personas que los querían y darían
cualquier cosa por una sonrisa o mirada de su parte, ¿ese sentimiento que
sentíamos era amor?, porque ahora que lo ven no estaban llorando porque no
estaban con ese ser amaba, si no porque les habían ganado, una especie de
competencia. Pero sobre todo ¿por qué estaban llorando en plena noche, juntos
sin decir una palabra?. Se habían encontrado en el camino, ambos lloraban y
decidieron hacerse mutua compañía, pero en toda la noche, hasta ahora, ninguno
había articulado palabra. Pero el silencio no los asustaba, porque sabían que
estaban juntos, juntos el la soledad de la vida… ese silencio reflejaba su
parecido. Eran iguales, ambos habían buscado una forma honesta de hacer que sus
amados se fijaran en ellos, habían logrado
que ellos los apreciaran como amigos
incondicionales y ambos tenía la misma esperanza: que algún ellos les
corresponderían. Compartieron el mismo estilo de vida, el mismo estilo de amor
y ahora compartían el mismo estilo de soledad. Ese lazo de soledad los unía,
los hacía hermanos…
Ambos se pararon al mismo tiempo, seguían mirándose
a los ojos. Él tomó la iniciativa y agarró la mano de ella, invitándola a irse.
-¿A dónde me llevas Ryoga?- le preguntó
-No lo sé Ukyo- sonrió- pero no importa… nos tenemos
el uno al otro, ambos sonrieron.
El horizonte dejaba ver los primeros rayos de luz, y se veían a los lejos las figuras de dos almas solitarias… en busca de su destino.
FIN
Notas:
Bueno
¿qué les ha parecido??, este es mi primer fic con Ryoga y Ukyo de
protagonistas, la verdad es que lo escribí porque me fascina el carácter de
estos dos personajes y si lo analizan bien, eso de que se parecen es cierto ¿no
creen?
Quiero agradecerles a todos los que siempre, pase lo que pase, me han ayudado
con estas locuras mías… (Maricris, Cristel y Lourdes) ¡¡se han llevado un
pedazo de mi corazón!!!
Ya
saben que para cualquier comentario escriban a maral15@yupimail.com
Atte,
Marissa
Cervantes ^_~